Símbolos patrios

PACO MONCAYO

Por: Paco Moncayo Gallegos

Los pueblos, elemento central en la conformación de los Estados, comparten un territorio, viven bajo un mismo ordenamiento jurídico y, a lo largo de la historia, van forjando lazos de unidad, comunidad de intereses e ideales, cultura común, sentido de identidad, orgullo de pertenencia, un sano sentido de lo nacional. El ser humano constituye la razón de ser del Estado, cuya existencia se justifica en su capacidad para impulsar el desarrollo espiritual y material, individual y comunitario de las personas; así como también en brindarles un ambiente de relativa seguridad para su diaria actividad. Un pueblo educado, sano, laborioso y virtuoso es el mayor factor de poder de un Estado. Igualmente importante, al frente o junto a él, autoridades calificadas intelectual y moralmente para cumplir con sus deberes.

Para que esto sea posible es indispensable el fortalecimiento de los valores cívicos cultivados desde el mismo seno del hogar y a lo largo de la vida de las personas. La Bandera, el Escudo, el Himno nacional y las canciones patrias son elementos fundamentales en la formación y fortalecimiento de ese civismo e identidad nacional que engrandece a los pueblos, y estimulan el cumplimiento fiel del deber, aun a costa de los mayores sacrificios. La hermosa bandera tricolor flameó victoriosa en las cabeceras del alto Cenepa; cayó desgarrada por la metralla junto a los cuerpos de sus defensores en Paquisha, Mayayco y Machinaza; cobijó los féretros de los héroes que brindaron el tributo de sus vidas defendiendo el honor y la dignidad de la Patria; ondeó sobre un extenuado Jefferson Pérez al cruzar la línea de meta y brindarle al Ecuador el primer oro olímpico de su historia; animó, al grito de “¡Sí se puede!”, la clasificación de la selección nacional de fútbol a más de una final del campeonato mundial; ha flameado también orgullosa en muchos podios internacionales gracias al sacrificado esfuerzo y la dedicación de deportistas ejemplares. Esa bandera sagrada que animó tantas gestas gloriosas, símbolo de ecuatorianidad, fue denigrada en las afueras del Centro de Rehabilitación Social de Latacunga por quienes celebraban jubilosos el triunfo de la corrupción y la impunidad.