Si la pobreza no es importante, nada más debería serlo

“En el gobierno, si la erradicación de la pobreza no es importante, nada más debería serlo,” dijo Tshering Tobgay, exprimer ministro de Bután, en el programa de líderes de OPHI (Oxford Poverty & Human Development Initiative) que busca unir esfuerzos en la lucha por la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones.

Sus enseñanzas son universales y claramente valiosas para nuestro país. A final de cuentas, en ambos lugares nos seguimos enfrentando a la pobreza, especialmente luego del impacto de la pandemia.

La primera lección es entender que la pobreza es multidimensional y la estrategia por erradicarla también debe serlo: la generación de ingresos es importante, pero si no se garantiza el acceso a la salud, a la educación y a una vivienda digna, una gran parte de nuestra población seguirá sin poder salir de la trampa de la pobreza o saldrá temporalmente solo para volver a ella. Y esta es una oportunidad perdida tanto para ellos, que no podrán alcanzar su potencial, como para el país, que no se podrá beneficiar de su aporte.

Claramente esta lucha no es fácil y los recursos siempre serán limitados. Esto no puede ser excusa. La tarea es priorizarlos, optimizarlos, y direccionarlos hacia quienes más y en dónde más lo necesiten: “¿Qué puede ser más importante que darle educación a un niño o salud a un adulto?’, se preguntaba el ex primer ministro. Frente a esto, evitar la corrupción es fundamental: ‘hace que cualquier meta se vuelva imposible’.

Finalmente, aseguró que en la política no hay héroes. La erradicación de la pobreza es un esfuerzo intergeneracional y que necesita de toda la sociedad. Un término presidencial jamás será suficiente, pero sentar las bases de un proyecto sostenible, empoderar y movilizar esfuerzos dentro y fuera del gobierno es posible. Y en ese contexto, “el servicio es el único liderazgo posible”.