Salpicados de odio

Un vecino sale a trabajar, pero se encuentra con que un grupo de taxistas ha bloqueado el paso. Procede a tomar fotografías de sus placas para denunciarlos. Tres de ellos le caen a golpes y el vecino termina en el quirófano por una fractura múltiple.

La directora editorial del medio GK es cercado por tres hombres. Le quitan su teléfono mientras graba contenido informativo sobre las manifestaciones en el parque El Ejido. La intimidan y amenazan.

Un grupo de manifestantes obstaculiza el paso en la Ruta Viva. Lo hacen con aglomeración y quemando llantas. Los moradores de la zona utilizan sus vehículos para intentar dispersar a la masa. Pero, además, lo hacen con disparos.

En la avenida Colón y Rábida un sujeto prende fuego a un taxi con el conductor adentro. Tras hacerlo, escapa.

Más de una decena de militares resultan heridos. Es el saldo que deja una querella entre las fuerzas del orden y un grupo de vándalos, que se interponen en el paso de un convoy con alimentos que debía ingresar a Quito.

Un grupo de quiteños se reúne en la avenida de Los Shyris y grita a todo pulmón insultos contra el líder de la Conaie.

Un periodista de Teleamazonas abre transmisión para dar información urgente. En Facebook, miles de ciudadanos se conectan y aprovechan el chat de esa red para decir: “prensa corrupta”, “vendidos”, “pagarán caro”. Esas son las frases más “suaves” que se leen.

Al grito de, “un pueblo unido, jamás será vencido”, un grupo de delincuentes mata a un militar y deja otros 10 heridos en Shushufundi.

En los grupos de WhatsApp día a día se comparten memes en contra de Iza. Memes en contra de Lasso. Insultos contra unos y contra otros. Incluso se exhorta a sacar a palos a todos los manifestantes. En estado de pánico, ansiedad y también en búsqueda de protagonismo, la gente reenvía y comparte todo lo que es y no debe ser.

Las historias de violencia son muchas más. Esta es solo una breve radiografía del Ecuador actual. Un país sacudido por la ira. Dividido por el odio. Trastornado por la angustia, de un conflicto que no termina.

Así, al día 16, he decidido sumarme al paro. Y les insto a que hagan lo mismo. Paralicemos la ira, el odio, la angustia. Paremos de ver las redes sociales y alborotar más el avispero. Detengamos el contenido que solo alimenta la furia. Informémonos solo por medios oficiales, contrastemos y seamos más objetivos. Miremos al Ecuador como un todo y no únicamente desde nuestra comodidad.

Les repito, paralicemos el odio. Porque es hora de comenzar a trabajar en la reconciliación.