Rupturas

La unidad nacional es solo una utopía. Lo auténtico es la división y dolorosas rupturas entre ecuatorianos, y así es la realidad desde que existen clases sociales perfectamente diferenciadas con estructuras económicas y políticas que imponen profundas desigualdades e injusticias sociales generadoras de desequilibrios y, entre ellos, el origen étnico: unos pocos blancos, muchísimos mestizos, indígenas, afroecuatorianos, mulatos, montubios y otras minorías étnicas.

Los últimos acontecimientos han demostrado que hasta el odio se ha intensificado muy a pesar de la justeza de los reclamos planteados por la Conaie. Miles de personas insultaron a los indígenas y los culparon de desmanes, de violencia que no cometieron y que ocasionó la muerte de seres humanos inocentes. El Ecuador, como siempre, es víctima de exaltados, sin ideologías definidas, que surgen de las protestas que se producen, por disposiciones o decisiones gubernamentales desacertadas.

En esta ocasión, el descontento surgió por la elevación de los precios de los combustibles que generan el incremento del valor de pasajes, transporte y de la totalidad de los productos que consume el pueblo, en tanto que sueldos y salarios se mantienen estáticos, y eso para quienes tienen la suerte de haber encontrado un trabajo. La realidad es que solo tres personas de cada diez, tienen un “salario digno”. ¿sistema justo?

La pobreza-miseria es la constante extendida por todo el territorio ecuatoriano que afecta a la inmensa mayoría de la población, realidad en la que se anidan frustraciones, rabias e inconformidades que se incrementaron por efecto de la COVID-19 y la inoperancia de gobiernos para encontrar soluciones que superen las paupérrimas condiciones de vida de los “condenados de la tierra” como bien diría Franz Fanon.