Rubencito

‘Pedro Navaja’ fue la canción que me impactó cuando habré tenido a lo sumo unos 6 años. Veía sus actuaciones en la televisión a blanco y negro, la primera que compró mi papá, y no tenía la pinta estrafalaria de todos los otros salseros de la época, al contrario, tenía la elegancia de los cantantes españoles que eran furor en ese tiempo: con traje y corbata.

 En ese tiempo, aquí, por lo menos mis padres, eran cumbieros, y lo que sonaba en las fiestas familiares era siempre Don Medardo, Pastor López, Lisandro Meza y Rodolfo Aicardi, más todo lo que trajeran los discos de los ‘14 Cañonazos Bailables’. Pero a Rubencito, nada de fiestas, y eso que ya entrados en el furor del baile, se terciaban los discos de la Sonora Matancera y de la única, Celia Cruz.

Hasta ahí llegaba la experiencia salsera y del son, vía los tocadiscos. En la radio, tampoco era diferente, pues las baladas de los intérpretes españoles se alternaban con las cumbias y esas espantosas melodías de todo ese tipo de grupos que metían el bolero más llorón y lastimero en acoples de batería, guitarras eléctricas y órganos electrónicos. Nada que ver con Los Iracundos, que son otra historia.

Pero Rubencito fue una revelación de la televisión y los programas familiares que venían de Venezuela, y ese fue mi primer contacto con su prosa, pues ya no eran las mismas letras de las sonoras ni de las orquestas grandes, que privilegiaban el coro y el ritmo. Con Rubencito, uno, por más pequeño que fuera, vivía la historia de ‘Pedro Navaja’,  de ‘Pablo Pueblo’ de ‘Paula C’ y de ‘Ligia Elena’.

Con el transcurso de los años, confluimos con amigos que también tuvieron el mismo trayecto de descubrimiento de ese compositor que hizo de la lucha política un arma melódica en sus letras, pues con “Tiburón”, “Desaparecidos” y “Buscando América”, se puso a tono en los años 80 y 90 con la denuncia, pero sin perder el son ni la innovación estética de sus arreglos.

La semana pasada, en los Grammy latinos, le rindieron homenaje a Rubén Blades, y cantó una composición de su historial con una gran orquesta al estilo de la de Ricky Ricardo. Que la vida nos dé más años de sus crónicas cantadas y de sus emociones como ‘Eres mi canción’ y ‘Sicarios’.

Larga vida al abogado de la salsa, al cronista del son.