Rosalía Arteaga Serrano
Decimos con cierta frecuencia: “estoy sin energía”, “se me acabó la energía” y todos lo entendemos sin mayores explicaciones, por supuesto es que sentimos que esa especie de motor interno que todos tenemos se debilita y las razones pueden ser varias: la falta de alimentos, el exceso de trabajo y hasta la desidia y el agotamiento que surgen por determinados motivos anímicos o por el desgaste que se produce luego de un gran esfuerzo.
Es verdad que en todo lo que miramos a nuestro alrededor sentimos la presencia de la energía, la que hace que la savia circule por los árboles, la que mueve a los ríos, la que viene del centro de la Tierra en forma de volcanes, y así podríamos continuar con inacabables ejemplos.
Pero en este caso queremos referirnos a la energía que se requiere para que un país avance, prospere, para que se hagan presentes las actividades económicas y también la que se necesita para que los hogares, las personas realicen sus actividades diarias, la que se requiere para la producción de alimentos, y un gran etcétera.
En los tiempos actuales se requiere que se hable de diversos tipos de energía y, sobre todo, ponemos énfasis en las energías limpias, aquellas que se producen sin contaminar el ambiente, sin que causemos daño a otros sectores, y en ese tema, en nuestro país tenemos un gran déficit porque no hemos sabido aprovechar las diversas fuentes que tenemos a la mano, partiendo desde la energía solar que es un recurso al que podemos recurrir en un país que tiene prácticamente doce horas de sol diarias y en el que no hay variaciones por las estaciones, sabemos también que tenemos una gran cantidad de energía geotérmica al ser atravesados por una cadena de volcanes que la pueden proveer, si se utilizan los recursos de la ciencia, así como la energía eólica y también la hidroeléctrica.
A esta última se la acusa de no haber sabido prever, innovar, buscando las vertientes de los ríos no solo de un lado de la cordillera, sino de los dos, así como buscando las formas de almacenamiento de agua que nos permitan soluciones cuando tenemos períodos de sequía prolongados.