Rosalía Arteaga Serrano
En estos días se ha puesto énfasis en hablar sobre un tema muy importante dentro del campo de la educación, se trata de la educación para niños y jóvenes especiales, aquellos que tienen dificultades de aprendizaje tanto por situaciones de orden físico como mental.
De igual manera, se habla sobre la necesidad de la inclusión como parte del proceso educativo y es allí donde debemos poner el énfasis en el análisis para evitar distorsiones y dificultades tanto para los niños especiales como para quienes asisten de manera regular a sus clases.
La inclusión ha sido discutida en los diferentes países, respecto a la idoneidad para quienes requieren atención especial dada su discapacidad, me refiero sobre todo a la discapacidad mental, que también tiene sus grados y diversidad, ya que hay diferentes grados en el síndrome de Down, en el autismo y en otras discapacidades, lo que requiere atención especializada, con dedicación prácticamente exclusiva.
La gran interrogante tiene que ver con la preparación que tienen los maestros de aula en los diferentes establecimientos educativos del país. Si ya hay muchos casos en los que el número de estudiantes en las aulas, sobre todo de las escuelas y colegios fiscales, rebasa lo que dicen los sistemas pedagógicos, imaginemos que hay también estudiantes que presentan diversos tipos de necesidades, el tema se vuelve muy complejo, difícil de atender y demasiado demandante, también en estos días en que los niños y adolescentes presentan problemas de salud mental, sobre todo después de la pandemia y sufren una serie de acosos que ya son conocidos por todos.
Frente a ello, hablar de inclusión aparece como utopía, lo que no quiere decir que se deje de lado la atención que, de manera preferente deben tener los menores que registran problemas de aprendizaje por causa de estas discapacidades. Todo lo contrario, el Estado tiene la obligación de proveer educación especial, con personas capacitadas, especializadas, en el número conveniente para atender a los niños y adolescentes especiales.
Si no se lo hace de esta manera, se corre el riesgo real, como ya ocurre en muchos establecimientos en que los niños especiales no tienen la atención que requieren, los profesores del aula se sienten desbordados y, por otro lado, todos los otros niños pueden presentar retraso en el cumplimiento de las metas previstas por el propio Ministerio de Educación, cuando el profesor trata de ir a un ritmo diferente a pretexto de la inclusión.
La palabra sobre este tema la tienen las autoridades educativas, es un aspecto de suma urgencia y cuidado que debe tratarse de manera prioritaria con la creación de establecimientos especializados y la capacitación a los docentes que los atiendan