Rodrigo Contero Peñafiel
El voto refleja la lealtad política electoral de la gente. El temor, el miedo, el rencor y la angustia del pueblo pueden ser canalizados con propuestas claras, ejecutables y que puedan dar tranquilidad a un país burlado, engañado y estafado por políticos que solo vieron por sus apetencias personales, para hacer del cargo la tarima en la que hicieron realidad sus bajas pasiones. Ejercer el voto no solo es cumplir con una obligación para luego realizar trámites administrativos, no llenarse de multas ni perder el tiempo en trámites burocráticos; votar correctamente es saber enfrentar las necesidades de la gente con la seguridad y esperanza de un futuro mejor.
La teoría racional del voto, conocida también como el voto correcto sostiene que: “las campañas electorales funcionan como agentes de información, en la que el ciudadano decide de manera libre, individual y racional, la orientación de su voto, de acuerdo a los intereses que están en juego en la elección”. Por eso todos miran los beneficios, ventajas y desventajas que obtendrían al consignar su voto. La gente espera obtener buenos resultados para sí mismos y la sociedad, no para enaltecer el ego de ningún caudillo ni grupos de exiliados voluntarios o prófugos de la justicia.
Las campañas millonarias o financiadas por la corrupción organizada han generado efectos negativos y seguirán provocando mayor pobreza, violencia, desequilibrios económico-sociales y migración hacia otros países en busca de un futuro mejor. El voto incorrecto beneficia únicamente a las minorías revolucionarias como sucede en Cuba, Nicaragua, Venezuela y más países donde el socialismo revolucionario busca solo el bienestar de sus incondicionales. El voto razonado de la gente protegerá sus intereses, valores, patrimonio y beneficios, asegurando un futuro promisorio.
Hay que votar por una alternativa política con propuestas de carácter económico, social y laboral que beneficie a los electores. El nefasto pasado populista con la presencia de una conexión carismática entre votantes y políticos, las proclamas fastidiosas con la idea de luchar en lo que ya fracasaron no pueden continuar destruyendo al país.