Revolución cultural

Las creencias son parte de la percepción y funcionan como afirmación homeostática; sin embargo, la correlación de estas con una realidad concreta las hace sustentables y revisables, en contrario caemos en el dogma, que no permite ver y entender lo que de verdad ocurre en un contexto determinado.

En la China de Mao revisaron los enunciados marxistas e hicieron una revolución cultural que llevó esa sociedad a una situación extrema y angustiosa que al final no dio beneficio alguno, hecho que se replicó en nuestras universidades dividendo a los creyentes políticos en “chinos y cabezones”, que hoy consideramos creencias superadas.

Sin embargo, estas creencias han vuelto a la vida y los pensamientos radicales están ahora en la Casa de la Cultura, gran contradicción, acusados de “mariateguistas”, seguidores del pensamiento de Mariátegui, que en realidad no fue marxista sino de visión indigenista, en todo caso, creencias extremas siempre parciales.

En la Casa de la Cultura el nuevo grupo que llegó realizó una “limpieza cultural” que empezó por echar a todos los trabajadores para ingresar a sus seguidores y luego suprimieron publicaciones que se producían con excelente calidad. Han desmantelado los museos de arte moderno y contemporáneo, cerraron el etnográfico y también los teatros y salas de exposiciones, suprimieron el Conjunto de Cámara, la Camerata, el Coro, terminaron el ballet y tal vez el Teatro de Ensayo, según informes recientes.

 Una impresionante “depuración”, como en China, donde miles de personas fueron víctimas de una estúpida visión que solo dejó mal recuerdo, sin embargo los nuevos dirigentes enrumbaron el mensaje y la acción creando y actuando como “una China dos sistemas”, visión que les ha permitido alcanzar casi el primer lugar como potencia económica mundial demostrándose así que el pensamiento dogmático no lleva nunca a final feliz.