No se puede avanzar como país sin que haya una actitud generosa de renunciamiento por parte de los diferentes sectores y actores que, si bien tienen todo el derecho de defender sus intereses, por sí solos no logran resolver los problemas cotidianos y, peor aún, los estructurales. Tampoco nos alcanza para enfrentar la crisis si los partidos mantienen agendas aisladas, distintas y fragmentadas en la Asamblea y en los gobiernos autónomos descentralizados. En este contexto, el mensaje para superar el desbloqueo es claro: si seguimos con la idea de que cada cual puede hacer cosas importantes, no cambiará nada. ¡Sálvese quien pueda!
Superar la crisis, vista como causa y también como consecuencia de un bloqueo histórico entre las fuerzas políticas y los intereses económicos, plantea varias preguntas: ¿Qué modelo económico y social de país requerimos para resolver el desempleo, combatir la inseguridad, recuperar el sistema de salud, universalizar la educación? ¿Qué diseño político necesitamos para crear las condiciones de una democracia plena y que, además, contribuya con el despegue de la economía? ¿En dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos, conocimientos, recursos y tiempo? ¿Por dónde iniciamos y continuamos? ¿Qué incentivos necesitan los actores y sectores para dialogar?
Las crisis se enfrentan con cambios en la orientación de las instituciones, en la cultura, en el uso de los recursos y los liderazgos. Ecuador ha tenido la posibilidad de generar cambios cada determinado tiempo, pero sigue enfrentando los problemas con las mismas fórmulas: bloqueo político y ensimismamiento de los actores económicos. Así no vamos a ningún lado. Lo alternativo significa abrir el diálogo con mínimos acuerdos que pueden ir desde los más sencillos y de menor resistencia para escalar a los más complejos sin perder la paciencia, la constancia y la voluntad política. Para ir al diálogo debemos entrar en una necesaria tregua política, sensatez ante las cámaras y los micrófonos, y respeto por el otro. Por dónde empezamos: cero desnutrición crónica infantil, aquí nadie se opone.