Reingeniería nacional

Alfonso Espín Mosquera

Décadas atrás, varios grupos políticos ostentaban las banderas socialistas y muchos profesionales actuales, que vivieron su vida universitaria en los años setenta y quizá hasta los ochenta, se profesionalizaron en medio de las proclamas y doctrinas marxistas.

Era una moda de los tiempos pasados el sentirse ‘progresistas’ o ser de izquierda. Así surgieron grupos de música que cantaban las consignas socialistas y atacaban al ‘imperialismo’; aparecieron exponentes en las Letras también como los llamados ‘tántzicos’ que irrumpieron en la Literatura y más que su obra fue su posición ideológica.

Posiblemente la presencia de varias dictaduras entre los sesenta y ochenta fueron el germen para la confrontación social en esos años y así entre filosofías de extrema izquierda, música, literatura y otras manifestaciones, se gestaron varios movimientos políticos que hoy han desaparecido.

Ciertamente, erróneas o no, había ideologías. Se podía creer en la derecha como opositora de la izquierda; esto es, el socialismo confrontado con las teorías neoliberales y no se hubiesen dado alianzas políticas entre el llamado FADI, o el MPD con el partido Conservador o con el Liberal.

Ninguna de las posiciones nos arregló la Patria, más bien, pronto aparecieron los populismos en una sociedad llena de problemáticas sociales, insatisfecha y necesitada y, se instalaron cómodamente en el país las posturas populistas que acrecentaron el descalabro social y político de la nación.

Correa, a inicios de este milenio, se aprovechó del socialismo, de la palabra revolución y desde los llamados ‘neo constitucionalismos’ que aparecieron en Europa, se instaló en el poder, reviviendo nostálgicas ideas entre los ciudadanos que dignamente y con honestidad pensaban en un mundo más equitativo en los años setenta; pero, colocando también al mando del país, a un grupo de sanguijuelas que en un tiempo de bonanza petrolera se festinaron los recursos nacionales, a nombre de inversiones en carreteras, refinerías, en fin, obras que hoy por hoy se han determinado como parte de una inconmensurable corrupción por los sobreprecios con las que fueron ejecutadas.

Así hemos llegado a este tiempo, sin dinero en las arcas fiscales, con una factura a nombre de la democracia, porque pensar que las mayorías siempre tiene la razón es un disparate, pues ya pasó en el gobierno correísta que contaba con una mayoría apabullante en la Asamblea y entonces, tenga o no razón, siempre ganaba, tributando así a una de las debilidades de la democracia.

Lo más grave es que no hay tranquilidad, seguridad. Se ha convertido en un pecado mortal invertir en el Ecuador y el gobierno: lento y con una serie de ineptitudes, ha colaborado inconscientemente con las pretensiones del caudillo Correa.

Si Lasso se salva tendrá que enmendar, tomar al toro por los cuernos y mirar hacia otro horizonte, más allá de sus amistadas de la élite guayaquileña y tratar de atender la problemática social, que es también el caldo de cultivo para que surjan las manifestaciones de criminalidad en nuestra Patria.