Reformas y comunicación

Nuevamente tenemos en discusión el tema de la normativa de los medios. De los medios, no de la comunicación, pues para los proponentes de los diferentes proyectos, solo hay que legislar para que los medios de comunicación sean libres y tengan beneficios impositivos para su desarrollo.

No, los medios no necesitan ayudas económicas. Necesitan ser repensados desde sus cimientos, pues siguen con estructuras caducas, producción tradicional y modelos de negocio que no incorporan lo que sucede en la realidad. La digitalización se los lleva por delante y, por más ayudas que tengan, no lograrán producir nada de excelencia porque tampoco conocen a sus públicos.

Las reformas mediáticas referentes a la labor periodística que proponen ambos monográficos son unos borradores básicos y paternalistas que no pueden pasar como proyectos de Ley Orgánica. No hay procesos de innovación, de laboratorios exploratorios, ni mucho menos investigación de lo que realmente necesitan las audiencias o sobre cómo pueden potenciar los diferentes nichos con especialización.Con proyectos así, parecería mejor revivir la Ley de Radio y Televisión, que se decretó en la dictadura militar de los años setenta, pues para los proponentes, el mundo no cambió y los medios tienen que autorregularse internamente.

Los defensores de audiencias u ombudsman son necesarios para resguardar los derechos de los usuarios, televidentes, lectores, etc., pero a ningún medio le interesa tener un paradigma ético que no defienda únicamente a sus redactores sino también al público; se creen piedra en el zapato, que no debe tener piedra en el propio.

Hay que legislar para décadas futuras, no para dos años; hay que prever los cambios y la dirección de la industria mediática. Pero todos ven apenas lo más próximo que redunda en sus réditos de imagen; ninguno se dio cuenta de que el mundo cambió y las plataformas lo captan todo.