Rectificación

Por Carlos Freile

En mi artículo de la semana pasada cometí un error de método: mezclé asuntos políticos con académicos y al hacerlo pude dejar la impresión de llamar mentiroso al autor de un libro de Historia.

El caso es que en ese libro, al revisar diversos casos de corrupción en nuestra vida política y social, no se mencionan algunos cometidos por Eloy Alfaro; por ejemplo, el apoyo al incumplimiento del contrato del ferrocarril por parte de A. Harman, ya sea en el plazo de llegada del tren a Quito como en ciertas especificaciones y en el cambio del trazado de la ruta; tampoco aparecen referencias a peculados cometidos por amigos del líder liberal (“Con lo que falta está completo”, frase del caudillo); no encontré referencia a la defensa del fraude electoral (“No vamos a perder con papelitos lo que ganamos con fusiles”, dicho por el líder)…

Como escribió el conocido escritor y teórico de la comunicación, Umberto Eco, el historiador no solo debe escoger aquellos datos útiles para hilvanar su narración, sino que es totalmente libre al hacerlo. En consecuencia declaro con énfasis que el autor del libro en cuestión no miente, cumple con su honesto oficio de historiador y lo hace con solvencia, de acuerdo con su bien ganado prestigio intelectual. Pido públicas disculpas por haber lanzado una sombra sobre su digno proceder intelectual. Pero, por ello mismo, por su preclara trayectoria, le sugiero y le pido que escriba un estudio sobre la corrupción en tiempos de Eloy Alfaro, pues sería de enorme utilidad para las nuevas generaciones ecuatorianas, ya que les ayudaría a conocer aspectos olvidados de nuestro pasado. Así continuará con su esforzada labor de cumplir aquello que pedía Cicerón a los historiadores de no escribir nada que no fuera verdad y no dejar de decir todo lo que ella fuera. Precisamente al presentar de manera sistemática los actos torcidos de nuestro pasado impulsa a los jóvenes y no tan jóvenes a ver en la Historia “la maestra de la vida” que nos enseña a no caer en los mismos inveterados errores de siempre. Esperamos el segundo tomo de su obra.