¿Quo vadis, Fernando?

Pablo Granja

‘¿Quo vadis?’, que traducido del latín significa ‘¿Adónde vas?’, adquiere una connotación de gran trascendencia en el mundo occidental y cristiano, porque consta en uno de los textos apócrifos que relatan los Hechos de los Apóstoles, uno de ellos el de Pedro, fundador de la Iglesia Católica. La leyenda relata que estando preso en Roma, como consecuencia de la persecución iniciada por Nerón, Pedro logra escapar del destino trágico previsto de su tortura y muerte. En su huida, se le habría aparecido Jesús cargando una cruz, ante lo cual supuestamente se habría producido el siguiente diálogo:

Pedro: ¿Quo vadis, Domine? (¿Adónde vas, Señor?)

Jesús:  Roman vado iterum crucifigi  (Voy hacia Roma a ser crucificado nuevamente).

La reacción del Apóstol, de acuerdo a la narración, fue de arrepentimiento, por lo que decidió volver a Roma a continuar con su labor evangelizadora, lo cual le condujo nuevamente a la prisión y tortura, terminando crucificado con la cabeza hacia abajo.

No se necesita ser creyente para entender esta lección de moral, traición, reflexión y consecuencia. Ni constituye una herejía el evocarla como ejemplo de las cosas inmundamente terrenas que ocurren en nuestro país, agobiado por la más arrogante corrupción alentada por la impunidad.

Acaba de ocurrir con el mejor aliado del Gobierno en esta Asamblea, de un dígito de aprobación popular. El único con voz firme y valiente que llama a los hechos por su nombre; que suscribe las denuncias que investiga, sin que le tiemble la mano. Al que a pesar de los riesgos evidentes a los que se expone, nunca ha claudicado; que reacciona con estoicismo ante los allanamientos de su hogar en la madrugada; que no se suma a los arreglos de trastienda; que responde con decoro las injurias en su contra.

Fernando Villavicencio ya veía lo que se tramaba para silenciarle. Por eso anunció su renuncia a la Presidencia de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, de un dígito de aprobación popular — lo repito gustosamente—. Sus enemigos aspiraban humillarle con la suspensión legislativa por tres meses. ¿Por qué darles gusto a quienes tienen los votos y el odio acumulados en su contra?

Era evidente que con su informe acerca de la inocultable corrupción que encierra la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair estaba asestando otro golpe a los cínicos. Pero lo que nos sorprendió a muchos, es que en esta ocasión, como ya sucedió con el informe sobre Petrochina, los operadores del Gobierno en la Asamblea, de un dígito de aprobación popular, ¡otra vez le hayan dejado solo!

A nombre de la audiencia expectante ante los hechos, y la inminente suspensión temporal a la Asamblea, de un dígito de aprobación popular, el periodista le pregunta ‘¿Qué va a hacer en estos tres meses de suspensión, Fernando?’. Él, con voz firme y determinada, contesta: ‘Si creen que me han vencido, están  muy equivocados. Seguiré haciendo periodismo de investigación,  para lo cual ya hablé con  mis amigos con los que he trabajado siempre, que son Christian Zurita y Juan Carlos Calderón…’.

Entonces, ya sabemos tu respuesta cuando te pregunten:

¿Quo vadis, Fernando?