Quito, una ciudad maravillosa

Paco Moncayo Gallegos

Quienes vivimos en la capital de los ecuatorianos, algunos nacidos en ella, muchos venidos de  los diferentes rincones del país, tenemos el privilegio de disfrutar de  los atributos  que posee esta ciudad maravillosa: un entorno natural admirable, con su clima sin rigores, sus días generalmente soleados, sus noches, muchas de ellas  límpidas y estrelladas; una ciudad con amplios  y dignos espacios públicos, con  un patrimonio cultural y natural excepcional; una urbe de  larga e impresionante historia: capital  del Tahuantinsuyo, junto al Cuzco,  de la Real Audiencia que llevó su nombre, del Distrito del Sur en época de la Gran Colombia y del Ecuador desde el origen del Estado; proclamada por el pueblo chileno como  ‘Luz de América’  por  adelantada y mártir de las luchas por la libertad, protagonista en la promulgación de  la primera Constitución del Estado de Quito, en 1812;  primera  ciudad nominada  como patrimonio de la cultura universal y, hasta hace no mucho, considerada principal destino turístico del mundo, para citar algunos de sus títulos más sobresalientes.

Pero, también, como todas las ciudades grandes, sin excepción, Quito tiene problemas que afectan a su calidad de vida, su productividad y competitividad, como el desempleo, los altos niveles de pobreza y pobreza extrema, la violencia en sus múltiples expresiones, la movilidad, la conectividad, la protección ambiental y la inseguridad. Estos retos deben ser enfrentados por la sociedad en su conjunto, con el liderazgo de una administración municipal honesta y eficiente.

Es importante que los habitantes de Quito asumamos serenamente todo lo positivo, pero del mismo modo, los problemas que sin duda existen, para arrimar el hombro y seguir construyendo la comunidad próspera, productiva, competitiva, solidaria, participativa, justa, equitativa y tolerante, que son los objetivos en que jamás debemos claudicar. Hemos iniciado un proceso electoral para elegir a las autoridades de los gobiernos autónomos descentralizados. Esta vez no podemos equivocarnos. Los retos son inmensos y se requiere de líderes excepcionales para superarlos. El futuro de Quito está en nuestras manos.