Durante las últimas semanas la presión ciudadana sobre el alcalde Jorge Yunda ha crecido. Su popularidad es inversamente proporcional al descuido de la ciudad. Mientras sus puntos caen, los problemas sustanciales de Quito van en aumento: inseguridad, desempleo, contaminación, caos vehicular…
Hartos de la ausencia del edil principal, miles de quiteños decimos “¡basta!” y exigimos la remoción de su cargo. Esos procesos para removerlo se debaten hoy, 2 de junio, en el Concejo Metropolitano. ¿Será posible que Quito finalmente se libere de Yunda? La tarea no es sencilla porque se requiere de 14 de los 21 votos totales. Y si llegan a darse, el Alcalde podrá apelar al Tribunal Contencioso Electoral.
También hay sectores políticos y sociales que victimizan a Yunda y consideran que se trata de persecución. Pero basta con seguir las noticias o salir a las calles para palpar vivamente que la capital carece de una administración honesta y efectiva. Quito lleva dos años sin Alcalde y no puede seguir así ni un día más.
Para muestra un botón. El proyecto de repavimentación no fue concluido porque se destapó el escándalo de Geinco. En plena emergencia sanitaria y cuando la ciudad más requería de una detección temprana del virus, saltó la denuncia por presunto peculado en la adquisición de pruebas para el Covid-19.
Con cada aguacero el sistema de alcantarillado colapsa, pero un proyecto por este concepto en las parroquias de Cumbayá y Tumbaco ha sido cuestionado por la Contraloría por una subcontratación injustificada del Municipio a Geinco e Hidalgo y Cevallos; lo mismo sucedió con otro de agua potable para Calderón.
El Metro de Quito sigue sin inaugurarse y se han nombrado cuatro gerentes en los dos años de gestión de Yunda. ¿Cuántas pruebas más necesitamos?
Lo sensato sería que Yunda renuncie. Salpicado y acorralado como está, debería dar un paso al costado. Pero así como Quito carece de una cabeza que lo guíe, el Alcalde carece de juicio.