Quito en su aniversario

PACO MONCAYO

El 6 de diciembre, Quito celebrará los 487 años de su fundación española. Lo hará, lastimosamente, sumido en una aguda crisis ocasionada por una errática conducción política, la implacable pandemia de la COVID-19 y por la inevitable destitución de su alcalde. Estas circunstancias por demás adversas requieren de quiteños y quiteñas más que lamentaciones,  una reflexión serena y objetiva de la situación, de la magnitud de los problemas,  de sus intactas potencialidades, los actuales desafíos y  oportunidades, para proyectarse  al único destino que le cabe: la prosperidad y la grandeza.

En ocasiones críticas como ésta es cuando se vuelve indispensable que sepa recuperar y reforzar su  emblemática identidad y su orgullo de pertenencia; establecer un propósito común motivador y concitar una firme voluntad colectiva para realizar los esfuerzos que sean necesarios, enfrentar sin vacilación los sacrificios, brindar generosamente las contribuciones y, de ese modo, volver a transitar con pie firme por las amplias avenidas de dignidad y libertad que han sido práctica permanente en su heroica existencia.

Quito es una de las ciudades de mayor trascendencia a nivel global. Pocas como ella han recibido tantos y tan  merecidos reconocimientos: descubridora del río Amazonas al que se conoció como río de Quito; Luz de América, por su abnegada lucha libertaria iniciada el 10 de agosto de 1809; ciudad mártir, por la masacre de sus héroes el 2 de agosto de 1810;  sede de la primigenia Constituyente de 1812; nominada por la UNESCO primer patrimonio cultural de la humanidad;  llamada también  la ‘Florencia de América’ y  ‘Relicario de Arte en América’, por los extraordinarios aportes al arte y la cultura de la renombrada Escuela Quiteña.

Quito tiene que inspirarse en ese pasado histórico luminoso para levantarse airosa frente a las adversidades. Nuevamente, por su propio esfuerzo y por su indomable espíritu, el pueblo quiteño retomará el sendero perdido para volver a ser la ciudad cosmopolita, con  una sociedad equitativa e incluyente, un territorio eficazmente gestionado; una economía productiva, competitiva y diversificada; segura frente al delito y los riesgos naturales; principal destino turístico mundial; y, con su fuerte identidad y autoestima recuperadas.