Que sepan leer

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Carlos Freile

Frente a la consabida avalancha de candidatos ansiosos de servir a la Patria me permito señalar algunas modestas condiciones que, según este desconocido cronista, deberían llenar. Nada extraordinario, pues conocemos la tela. A los sacrificados ciudadanos, dispuestos a abandonar sus preocupaciones personales para dedicarse a las comunitarias, les pido que sepan leer. Es sencillo, que entiendan lo que transmite un texto escrito en nuestro idioma; no exijo que desentrañen las sesudas reflexiones de un Kant o un Habermas y las expliquen en académicos análisis, no, tan solo que tengan la comprensión lectora de un chico de cuarto grado, ¿será mucho pedir?

También espero que tengan sensatez, una dosis aceptable de sentido común, de un sencillo sentido común para distinguir sin recovecos mentales lo importante de lo superficial; no exijo una capacidad sobrehumana para la comprensión de los grandes problemas mundiales o para responder a las eternas preguntas existenciales sobre el sentido de la vida, no, tan solo que acierten a percibir las auténticas necesidades de la gente como usted y como yo, ¿será mucho pedir?

Por último anhelo que se adornen con un poco de honradez, no mucha, porque no debemos pedir peras al olmo, pero cuando roben, roben poco; que dejen un porcentaje decente para el beneficio de las mayorías, sobre todo de los desamparados, los desempleados, los niños desnutridos, los ancianos (que en su mediana honradez cuiden al IESS);  no les exijo que salgan pobres de su etapa de sacrificados por la Patria, no, solo que no nos dejen las sobras, ¿será mucho pedir?

Un paso obligado para impedir que nos gobiernen los ignaros, los necios y los cacos es apoyar con fortaleza a la fiscal general del Estado, dique contra la avalancha de esas gentuzas indeseables.