¡Qué levante la mano!

Kléber Mantilla Cisneros

Las amenazas y asesinatos a autoridades que ejercen justicia muestran una crisis ética de dimensiones incalculables en el país. Los valores de respeto, equidad, igualdad y libertad están siendo violentados a diario y el factor de impunidad, frente a los asuntos de corrupción, se ha transformado en una práctica cotidiana destructiva. La lista de funcionarios públicos procesados por delitos alrededor del enriquecimiento ilegal es abundante; pero, una gran mayoría sale libre a los pocos meses o años, a disfrutar el dinero mal adquirido sin devolver un centavo al fisco. Muchos ya huyeron. Otros están prófugos; pero, todos se escudan en la retórica de la ‘persecución política’ para lo que sea. 

¿Cuánto ha perdido el Ecuador en corrupción? ¿Y desde cuándo se perdió el horizonte de la rendición de cuentas y el servicio público como ejes del desarrollo nacional? ¿Cómo es que si fueron funcionarios con salarios medios hoy tienen vida de magnates y recorren el mundo como ricos y famosos? ¿Los presidenciables y candidatos a legisladores no son quienes tienen que proponer el qué y cómo acabar con la corrupción en el Estado? ¿Quién investiga a cada gobierno seccional y propone un cambio de modelo que transparente la administración pública en cifras?

Somos testigos del incremento de nuevas formas de violencia y el panorama de desesperanza en nuestra juventud. La expansión del narcotráfico internacional, el silencio cómplice de la diplomacia mundial ante conflictos armados, dictaduras vecinas y guerras; el uso de la tecnología y el espacio cibernético para delinquir; el tráfico de personas por las líneas de frontera y las rutas peligrosas a través de la selva del Darién por un trillado ‘sueño americano’. Resulta paradójico que los modelos totalitarios como el venezolano o cubano se promocionen otra vez desde el populismo rancio en perjuicio de la democracia y la calidad de vida de los ciudadanos. Sin duda, el socialismo del siglo XXI, más allá del lenguaje cargado de demagogia e intereses grupales y personales, en varios países se aplicó para el saqueo inmisericorde de fondos públicos. Son lecciones en vitrina que no pueden caer en el olvido.

A pocas semanas de las elecciones después de la introducción política de muerte cruzada cabe la pregunta: ¿estamos preparados para escoger candidatos que elaboren proyectos en bienestar de todos?¡Qué levante la mano el que está listo!

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