¿Qué implica ser médico en nuestro país?

La mayoría de médicos nos formamos por vocación. Hemos tenido este deseo toda la vida y lo hemos plasmando con las experiencias personales, familiares y colectivas que nos han vinculado a este propósito.

Pero en nuestro medio es realmente difícil cumplir con este objetivo. El primer obstáculo a vencer es ingresar a las facultades de Medicina, donde el acceso al sistema público está deslegitimado en varias instituciones por exámenes que en la mayoría de casos son injustos. En las entidades privadas el factor económico es el más importante, ya que en nuestro país cada vez es más difícil  pagarse los estudios. El segundo factor es el tiempo. Saber que ingresas a una carrera que no te permite generar ingresos es un elemento preponderante para el abandono de esta carrera. Estos factores prevalecen durante toda la etapa de formación y son el común denominador en todos los niveles de educación en salud y en todos los niveles de formación: pregrado, posgrado,  especialidad, maestrías, etc.

Una vez que acabas la carrera para ser médico, comienza una verdadera odisea en un sistema que cada vez piensa menos en las verdaderas necesidades de la población y en el que los intereses de la colectividad quedan a un lado. No siempre ingresan los mejores o los más capacitados a los programas de posgrado, sino los que cuentan con  el recurso y el tiempo para asumir el reto. En el mejor de los casos se ofertan cientos de cupos que no llegan a ser ni el 5% de la demanda de los miles de médicos aspirantes.

Nuevamente, lo económico juega un papel indispensable. En el ámbito público más de $20. 000 representa  la formación que «supuestamente» se otorga por medio de becas que jamás se cumplen de forma equitativa y justa, ya que no es más que  devolver la beca al Estado sin considerar el factor geográfico,  económico,  familiar entre otros. Por otro lado, en las instituciones privadas equivale a unos $50.000, que en gran parte son autofinanciadas e  imposibles de costear sin auspicios ante la imposibilidad de trabajar por las jornadas laborales existentes.

Una vez que se ingresa a los programas de posgrados te encuentras con una formación que dista mucho de lo esperado. Te conviertes en el cubre huecos de las deficiencias del Estado, “trabajas” sin ningún amparo legal, en un medio en el que la explotación laboral, injusticias, acoso laboral y sexual están a la orden del día. El hostigamiento a los médicos en formación, el insignificante salario y la sobrecarga de horarios es una condición obligatoria a seguir si es que quieres continuar con tus estudios.

Cuando acabas tu especialidad te das cuenta que lo que menos existen son oportunidades laborales. Si en el mejor de los casos las encuentras, ofrecen pagarte lo mismo que un médico general, hecho que se está normando en nuestro país. Las oportunidades laborales son escasas. La crisis es cíclica y desafortunadamente cada vez más difícil de llevar. Se refleja en las instituciones sin recursos, medicamentos ni insumos; unidades no operativas; una población con muchas necesidades sin atender; un sistema de salud debilitado por el descuido, ausencia y falta de liderazgo.