Putin: ¿aliado de la izquierda latinoamericana?

Iban y venían. Van y vienen. Con entusiasmo digno de mejores causas. Putin era/es para ellos paradigma del autoritarismo, del gobernante fuerte. Un macho. Correa fue su fiel lacayo, en Russia Today. Maduro hace arengas, como si la Guerra Fría no hubiese acabado. Ortega y Díaz Canel añoran a los camaradas soviéticos, cuando sus países eran enclaves del comunismo, cerca del “odiado Tío Sam”.

Los libros de Marx, Lenin y Engels eran parte de las lecciones de materialismo histórico y dialéctico en las destartaladas aulas de las universidades públicas de los países de esta región, añorando en cafetines una revolución que nunca llegó, porque lo de Correa, Chávez, Morales, Lula y los Fernández es todo lo que se quiera, pero revolución “estilo putsch”, como las de Lenin o Hitler, nunca.

La izquierda latinoamericana, que bebió de las fuentes del marxismo cultural de Gramsci, se nutrió de las enseñanzas de la revista Sputnik, del Pravda y su versión cubana Gramma, que soñó con desembarcos como el de Playa Girón, que tuvo a sus cantores “nuevatroveros” alabando a gobiernos sanguinarios, dictatoriales y autocráticos, y que los sigue apoyando, porque la izquierda es solidaria “con los pueblos hermanos”.

La izquierda curtida en paraninfos y facultades de Filosofía, Derecho y Letras, recitaba de memoria las canciones de Víctor Jara (injustamente asesinado en el estadio Nacional de Santiago de Chile). Siguen hablando de memoria y dicen que simpatizan con un gobierno que, como su líder declaró, es abiertamente “anticomunista” y que denostó públicamente “las hazañas” de Stalin, Lenin, Jruschov y Gorbachov en el discurso en que Putin ordenó la invasión de Ucrania.

Un gobernante que acusa a los ucranianos de fascistas y no duda en abrazar todas las miserias del capitalismo, que se asentaron en su país, con los oligarcas del gas, el petróleo y las mafias rusas. La izquierda latinoamericana perdió la perspectiva histórica. No es posible que tipos como Maduro, López Obrador, Ortega, Petro, Maduro, Arce, Morales, Lula, Correa o los Fernández, lo apoyen, como si Putin fuera el redentor soviético de antaño.

Un “liberador” que convirtió a su pueblo en rehén de su censura y con reformas políticas que lo tendrán en el poder al menos una década más. Lo que estos personajes de dudosa reputación quisieran es la receta para prolongar mandatos y crear dinastías políticas como los Kim en Norcorea que, también, dicen ser de izquierda. Si esa es la izquierda, no hay remedio para Latinoamérica.