Primero Glas, después Celi y luego ¿Correa?

Por: Ugo Stornaiolo

Para alucinar, ver bichos y oír voces, Jorge Glas es experto. No solo en la cárcel de Latacunga, donde dijo que vio sangre en las paredes y escuchaba cosas. También vio una refinería donde todos veían -siguen viendo- un terreno aplanado, en el Aromo (Manabí). Sus abogados consiguieron un juez de medio pelo de Manglaralto (Diego Moscoso) para dictar un hábeas corpus a un preso en Cotopaxi. Los milagros de la “metida de mano en la justicia” y del adefesio de constitución de Montecristi.

Constitución a medida de los corruptos y la impunidad. Arroz Verde, Singue, Caminosca y Odebrecht parecen haberse olvidado. Los sobornos, diezmos y trafasías de la revolución ciudadana son papel mojado. Si Glas salió libre, todo es posible. El ex revolucionario “que metía las manos en el fuego por Correa”, Francisco Jiménez, lo logró. Si Lasso no tiene nada que ver y no hay acuerdo legislativo con el correísmo, Jiménez debería renunciar.

Glas, un tipo que, según diagnósticos médicos, además de alucinaciones y visiones, no podía levantarse ni mover sus articulaciones (dice el parte médico de su libertad), encabezó una caravana de ocho horas entre Latacunga, su residencia (vía a la Costa) y el coliseo Ríver Oeste, acompañado por hordas correístas que lo vivaban. ¿Qué falta? que Glas se fugue y liberen a Alexis Mera; que la Duarte (que sigue en la legación argentina) sea embajadora en Buenos Aires; Patiño, la Rivadeneira o la Buendía en México; los Alvarado de cónsules en Panamá y declarar a Correa santo, ¡enseguida! Y todos ellos a disfrutar del dinero mal habido no devuelto.

Mientras tanto, por su “avanzada edad”, el contralor corrupto del caso Las Torres, Pablo Celi, beneficiado con prisión domiciliaria, por lo que seguramente, con el dinero que obtuvo, será otro pasajero de los vuelos de fuga. “Don Naza”, el de las captaciones ilegales de dinero, entrando como a su casa, al Ministerio de Defensa, con maletas llenas de dinero, con la venia de clases y oficiales. Para completar, delincuentes vestidos de policías robándose tres toneladas de droga en un cuartel policial.

¿Qué clase de justicia, política, seguridad y orden tiene este país? Este no ha sido el gobierno del encuentro, sino el de los sapos y pillos que tienen al presidente maniatado. Sus propios ministros y asesores -nulos, de nulidad absoluta- le siguen haciendo “meter la pata”. La pregunta que surge ahora es: ¿Lasso no se entera o sí sabe lo que pasa? De esto, a que le levanten las sentencias a Correa queda un paso y Lasso lo está dando.