Por un nuevo ciclo político

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Se percibe un replanteamiento de estrategias y nuevos aires en la conducción de los asuntos más apremiantes en el manejo del Estado, algo esperanzador.

Como telón de fondo, subyace la sombra del correísmo en ciertos sectores. Quizá por eso no se resigna al silencio. El porcentaje de votos obtenidos en las dos últimas elecciones apuntala este escenario. Pero hay que seguir adelante, y seguir sin más lamentos. Especialmente aquellos que conforman lo que se denomina ‘opinión pública’, que no cesan de un desdoblarse enfermizo entre el ‘ahora’ y el ‘antes’.

Quienes están en las cabezas de los poderes del Estado tienen tareas a las que no hay que echar de lado para atender las rémoras del pasado. La lucha contra la pandemia, que cuenta ahora con un plan de vacunación más eficiente, la mejora de la economía, la creación de empleo, mejores servicios sociales y la defensa de la Constitución y las leyes, ¿pueden acaso postergarse o distraerse?

Tocar la Constitución siempre es algo extraordinario, ¿habrá que hacerlo? La igualdad de oportunidades, el respeto a los derechos y libertades del individuo, ¿están plenamente y con transparencia garantizados? Los episodios de los últimos años hacen aflorar nuevas preocupaciones respecto a su solvencia. Por una Fiscalía sin ataduras de manos se debería comenzar.

También por la Contraloría, desde luego. Se necesitará un amplio acuerdo nacional, a la hora de hacer efectivo el difícil juego de equilibrios de poder. Las élites de siempre ya no ofrecen soluciones satisfactorias para esta crisis. Se necesita gente con expedientes de decencia y espíritu de lucha por el bien común. 

Se percibe un replanteamiento de estrategias y nuevos aires en la conducción de los asuntos más apremiantes en el manejo del Estado, algo esperanzador. Sin sobreactuar, sin personalismos, sin luchas intestinas, por ahora. Las expectativas son muy altas. La ciudadanía parece apostar por un nuevo ciclo político, libre de liderazgos mediocres a priori, pero sin dejar de estar vigilantes. 

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