Populistas, ‘progres’ y políticos sin escrúpulos

Pablo Granja

Acaba de hacerse público el resultado de las ganancias de los 24 bancos privados durante el año 2022, que asciende a la importante suma de 600 millones de dólares, lo que significa un 78% más que las del año anterior. Como era de esperarse, esto ha provocado muchos comentarios; Leonidas Iza ya hizo el suyo: “…con un banquero en el poder ¡crece la acumulación de capital y la deuda social seguirá en el olvido!”.  Es el mismo Ing. (¿?) Iza, que en una entrevista anterior confesó que sus ingresos provenían de la ejecución de proyectos, pero que hasta esa fecha —de la entrevista— no había hecho ninguno.

Ya le respondió alguien que hizo un cálculo muy rápido tomando únicamente dos bancos como ejemplo: la utilidad sobre activos del Pichincha es del 1.4%, y del Guayaquil 1.9%. Otro de los comentarios que le hacen al inefable, es que en el paro de octubre de 2019 las pérdidas fueron de 821 millones de dólares; y en los 18 días de junio del 2022, en que lideró directamente el asalto y destrucción de Quito, los daños calculados a la economía del país ascendieron a la nada despreciable suma de 1.115 millones de dólares.

Siguiendo la misma línea de razonamiento que hace Iza:

  • El paro liderado por él en junio hizo más daño que el del 2019, en un 30%.
  • Los 115 millones en daños que ocasionó la invasión de 18 días a Quito son casi el doble de los 600 millones de utilidades de los 24 bancos nacionales durante un año completo.

De aquí surgen algunas reflexiones:

  • La solvencia de los bancos da seguridad a los depositantes.
  • Si los tan satanizados bancos han hecho utilidades es porque mantuvieron una actividad económica importante; han crecido; han pagado impuestos; han contratado más personal; han facilitado que distintos sectores de la sociedad accedan a los servicios que ofrecen vía créditos para inversión, construcción, etc.
  • El efecto multiplicador de activación económica que tienen los créditos ayudan a salir de los períodos de recesión. Los bancos son un factor indispensable para el desarrollo; aunque deberían brindar más apoyo al sector productivo y mypimes, y no privilegiar a los préstamos comerciales y de consumo.
  • Tampoco estaría mal que bajen los costos de algunos servicios bancarios, y reduzcan los márgenes entre captación y la tasa que cobran en el otorgamiento de créditos.
  • Siendo un país dolarizado, no se explica que las tasas de interés sean más altas que las de otros países que tiene la misma condición.

En resumen, es insolente y cínico que quien no tributa al fisco, que no aporta a la construcción económica del país; que apunta a la destrucción de bienes y servicios públicos y privados; que se las pasa planificando el siguiente paro nacional; que únicamente ha causado pérdidas, caos y destrucción; es insolente y cínico, repito, que tenga el descaro de criticar a un sector que se mantiene en permanente actividad, impulsando el crecimiento económico del país.

En el Perú, en la década de 1980 y 1990, Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, ocasionó destrucción por 20.000 millones de dólares; aquí, su ‘colega ideológico’, en 18 días causó 1.115 millones. Proporcionalmente el de acá le supera por mucho, por lo que cualquier ciudadano tiene  derecho a opinar sobre las utilidades de los bancos, ¡pero no Leonidas Iza! Y esto se debe en gran parte a la impunidad que le han otorgado populistas, ‘progres’ y políticos sin escrúpulos.

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