Política de opresión

Daniel Ortega y Rosario Murillo desgobiernan Nicaragua desde hace más de 25 años, al estilo de los déspotas cuya obsesión es el poder perpetuo, como los mandatarios de Cuba y Venezuela.

En el desventurado país de Rubén Darío habrá elecciones calificadas de fraudulentas, en noviembre venidero; Ortega y su cónyuge, en comicios amañados, se encuentran nuevamente como candidatos a la presidencia y vicepresidencia, respectivamente.

Lo insólito del caso es que, prevalidos del poder absoluto que ostentan, no permiten la participación de otros aspirantes a los que persiguen, encarcelan o someten a juicio, en cínicas demostraciones de retaliación totalitaria y con el fin de ser los únicos participantes en la contienda electoral que manipulan abiertamente. Centenares  de ciudadanos que han salido a las calles para protestar por el estado de cosas existente han recibido brutal represión, allanadas sus viviendas, masacrados o llevados a mazmorras, cuando no a prisión domiciliaria. A quienes demuestran criterios diferentes a la verdad oficial impuesta por ese régimen tildan de “traidores a la patria” y, si son religiosos, “demonios con sotana” o “curas satánicos”. Aproximadamente cien mil personas obligadamente han tenido que refugiarse en el exilio.

Entre las incontables muestras de esta política de opresión, menciono por ahora y su máxima relevancia a las concernientes a Cristiana María Chamorro Barrios, lideresa política, con maestría en Historia y Literatura, periodista de larga tradición familiar en el diario La Prensa, arrestada en su domicilio; y la reciente orden de detención para Sergio Ramírez, escritor connotado, ex vicepresidente de la República, nada menos que Premio Cervantes 2017, el más importante galardón de las letras en español. Mi solidaridad para estos luchadores de la libertad y la democracia.