Poco interés en la estabilidad social

Manuel Castro M.

Al populismo correísta, a los izquierdistas, a Nebot, a Iza y a Lasso, parece que poco les importa la estabilidad social, esto es, atender a los grupos vulnerables y personas de bajos recursos. Los triunfadores en las últimas elecciones más están preocupado en santificar a su sancionado penalmente líder, suprimir las rejas del Malecón de Guayaquil (Aquiles Álvarez ‘el de los juicios ligeros’) y a la chita callando  tener el poder total y permanente en el 2025; a Nebot imponer, si es del caso,  la destitución de Lasso en alianza con el saqueador correísmo y  con el racista Pachakutik.

El presidente Lasso ya no sabe cuáles son sus amigos y cuáles sus enemigos, acostumbrado más a los funcionarios y clientes bancarios, que no tienen filiación ni afectos. No se ha percatado o no se quiere percatar de que es imposible gobernar democráticamente sin un sistema constitucional auténtico, que lo impide la Constitución hiperpresidencialista de 2008, que funcionó con un presidente astuto, totalitario y populista. Lo primero que debía ‘encontrar’ es cómo tener una Carta Constitucional democrática, que permita la independencia de los tres poderes, una economía abierta, sin monopolios, sin inmovilismo (no esperar todo del Estado), que permita la libertad de trabajo. Vivimos preocupados de lo que opina Correa o del caso Carcelén, de las redes sociales, de Boscán, quien misteriosamente posee demasiada información, recibida posiblemente de alguna fuente poderosa.

La oposición se encuentra dedicada a obtener los 92 votos para destituir a Lasso, cuando nuestros enemigos son el narcotráfico, la falta de seguridad (no alentar la inseguridad para tener votos), de reformar un Código del Trabajo fósil, de disminuir la pobreza no aumentar los pobres como recurso electoral, de fortalecer las instituciones. Desde luego no faltan los discursos de amor al pueblo, hasta exaltando la dicha que éste vive en Venezuela, Cuba, Nicaragua. Más por hipocresía que por ignorancia.

Es necesaria la participación honesta de todos, poner fin al desgano y atender a la realidad y a los hechos históricos evidentes.