Plan Nacional: una visión de desarrollo a medio camino

El Plan Nacional de Desarrollo refleja las ambiciosas metas del actual gobierno, junto a los fundamentos teóricos que dirigirán la política pública de este cuatrienio. Teóricos mas no necesariamente técnicos, porque el Plan cita más a pensadores de siglos pasados que a académicos que analizan el mundo de hoy. Luego de una década en la que muchas veces prevaleció la ideología por encima de lo técnico, sería desafortunado que se cometa el mismo error.

Los pilares del Plan reposan en una economía libre, competitiva, que apoye al emprendimiento y que impulse el comercio exterior, la productividad y la atracción de inversiones al país, para lograr crecimiento económico y oportunidades para todos. En efecto, el Plan acierta en identificar el crecimiento económico como elemento necesario para el desarrollo. Sin embargo, hoy sabemos que no es suficiente, ni es la panacea que se creía.

En primer lugar, entre las tareas de la política pública ecónomica se encuentra reconocer y dar solución a los distintos fallos de mercado que obstaculizan su eficiencia, generando resultados subóptimos e incluso graves consecuencias para la economía.

Además, aunque relacionados, el crecimiento económico no necesariamente resulta en desarrollo social. El análisis de los efectos distributivos del crecimiento y las políticas públicas es fundamental para identificar las desigualdades que se pudieran crear o reforzar, especialmente en un marco de liberalización del comercio y austeridad.

Finalmente, un crecimiento sostenible depende de una verdadera inclusión económica, que evite que la desigualdad y el trabajo precario se conviertan en ventajas competitivas de nuestros mercados.

Los problemas de desarrollo no encuentran solución solo en el mercado sino también en una política pública que entienda sus limitaciones y trabaje sobre ellas. Y es ahí donde el plan queda corto, llegando a la mitad del camino hacia un verdadero desarrollo.