Petróleo y combustibles

Tratamos los hechos superficialmente; es decir, por lo que parecen o imaginamos. Esto permite que ocurran eventos sin que alcancemos a comprender qué realmente contienen.

En el tema petrolero, como otros tantos donde el dinero fluye a raudales, hay hechos aparentemente rutinarios, que aceptamos en las narraciones superficiales y distorsionadas de los medios y por las que sus entrevistados construyen. El asunto gasolinas y “subsidios”, la producción de petróleo, su transporte, la industrialización y comercialización, son parte del escenario.

Gente que estuvo en el frente de batalla califica negativamente el ‘negocio’ de mezcla de crudo liviano de Petroecuador con el pesado que producía Repsol en su campo y necesitaba sacarlo. Esto le permitió construir un oleoducto a menor costo y que a la fecha debió ser entregado al Estado, negociación aparentemente normal. El país no obtuvo nada, sólo pérdidas sutilmente disfrazadas.

El poder de las transnacionales en el mercado es de tal magnitud que nadie escapa a las estrategias de soborno, a funcionarios de todo nivel; si alguien presume de honestidad puede salir despedido o trasplantado, y todo tranquilo. Así funciona el sistema, en el tema de las mafias del comercio de combustibles hay mucho rollo: hasta asesinaron funcionarios.

Un antiguo técnico petrolero explica minuciosamente por qué no se hicieron las modificaciones necesarias en ‘nuestras’ refinerías para no importar gasolina. Es  ‘negocio’ privado de algunos: refinan crudo en el exterior con un precio promedio de 40 dólares el barril y luego comercializan en el mercado nacional como combustibles y con excelente margen de utilidad. Por esto son ‘negocios’ imposibles de controlar para el Estado. Son dueños del 80% del mercado dos grupos internacionales: la peruana Primax y la colombiana Terpel, que pronto devorarán a las pequeñas mafias ecuatorianas; asunto que podría ser de relativa poca importancia, pero todo lo que ocurra sobre el precio de los combustibles está en poderosas manos internacionales, ante lo cual ni funcionarios ni gobiernos tienen mucho que hacer.