Petróleo, petróleo

Por Eduardo F. Naranjo C.

La riqueza petrolera fue esperanza de todos; sin embargo, los encaramados de turno en el poder y siempre conocidos lobistas “que tienen el contacto y hacen las ofertas” usufructúan gran parte de este recurso. Convierten así un bien útil para el desarrollo nacional en beneficios para apenas un  pequeño círculo.

La industria petrolera nacional madura y profesional, con trabajadores y técnicos honestos que sacrifican sus días en duras y complejas tareas, se diluye y sus criterios muchas veces se ignoran. Prevalecen intereses extraños a lo económico-técnico. Por esas y otras razones los gobiernos seccionales y algunas instituciones lograron las llamadas preasignaciones  del dinero generado; no es que esto sea lo óptimo en un sistema económico, pero es el país que tenemos.

Los embates sufridos por el sector energético desde hace 40 años evidencian una sociedad desorientada, víctima de intereses de todo orden. La gente honesta perdió esperanzas al atestiguar continuos actos oscuros en el sistema que llegan en cada turno político, para facilitar acciones y “pequeños cambios” que favorecen a determinados grupos. Estos simulan ventajas para la economía nacional, sin que el gran público entienda los intereses que se mueven en las sombras. El sector energético es origen de fortunas sutilmente amasadas.

Fuimos rentistas del recurso, sin intentar mejorar las condiciones socioeconómicas, salvo cortos y escasos períodos que algunos gobernantes invirtieron en el beneficio social, el resto siempre fue un festín privado. El Estado es servicio sin lucro; los negocios privados son eficientes en obtener lucro a cualquier costo. Querer explotar más petróleo invadiendo la selva virgen es lesivo y falso; arriesga  el futuro de todos. La suerte está echada, salvo que un milagro combinara armónicamente las fuerzas productivas como aporte al país.