Perú se disparó en el pie

Los resultados de las elecciones no cambian el título del artículo, aunque van confirmando un triunfo apretado de Pedro Castillo, maestro rural, con el lema “no más pobres en un país rico” y su ya célebre lápiz, símbolo de campaña, para “reescribir la historia en el año del bicentenario de la independencia”. Perú es un país polarizado y tiene esa especie de maldición política sudamericana de elegir “entre el sida y el cáncer”, en tiempos de covid-19.

El vecino del sur es una nación en la que los últimos presidentes terminaron en la cárcel (Alberto Fujimori, Toledo, Humala y Kuczynski), uno está indagado (Martín Vizcarra) y otro se suicidó para no ir preso (Alan García), por casos flagrantes de corrupción. Hay políticos involucrados en actos ilícitos o presos, como Keiko Fujimori (en la disyuntiva entre denunciar el fraude o volver a la cárcel).

Lo de Castillo no sería nuevo. Perú ya vivió el frenesí “socialista” del “Caballo Loco” Alan García en su primera presidencia (1985 a 1990), cuando este llevó al país a un modelo errado que sumió a esa nación en una crisis y agudizó el terrorismo mariateguista de Sendero Luminoso.

El gobierno de García estatizó la banca, controló los medios de comunicación y padeció por recesión, devaluaciones, emisiones inorgánicas de dinero, filas de racionamiento, paquetazos económicos, alzas de combustibles y alimentos, además de la hiperinflación, que llegó a 2’178.482%, comparable con la Venezuela de Maduro.

No es clara la propuesta económica de Castillo, personaje cercano al Foro de San Pablo y a las ideas del socialismo del siglo XXI, que tan mal tienen a países como Venezuela, Argentina o Nicaragua. Además, Castillo tiene baja representación en el parlamento, lo que provocaría la tentación de gobernar autocráticamente, como hicieron sus colegas de la región (los Kirchner, Lula, Correa, Maduro y Chávez, entre otros).

Esto contrasta con una leve recuperación de la economía peruana en el último trimestre del 2020, pese a la inestabilidad política. Las estimaciones sobre el país también preveían una mejoría para el 2021, porque Perú tiene instituciones macroeconómicas sólidas y apertura al comercio mundial.

Una vez conocidos los resultados de las elecciones (Keiko Fujimori insistirá en su tesis del fraude), el riesgo país y las perspectivas de la economía cayeron en picada, previendo que lo de Castillo no será la reescritura de la historia, como prometió, sino una repetición de errores del pasado que se llamará “Perú-zuela”. Por eso, Perú se disparó en el pie.