Perú: olla de grillos

César Ulloa

Lo que sucede en el Perú se asemeja a nuestra realidad. La corrupción en nuestros países se lleva la esperanza de la población, sobre todo de la más pobre. Cada centavo robado aniquila la posibilidad de que la niñez, la juventud y las generaciones actuales mejoren sus condiciones de vida. El atraco al Estado ha llegado a naturalizarse en la clase política, así como en las organizaciones privadas que las auspician y negocian con los diferentes gobiernos. La gente ya no confía en casi nadie. La amargura e impotencia son tan fuertes que se plasman en el clamor popular. El grito es el mismo de hace décadas: que se vayan todos. Parece que no queda nada, porque la corrupción y la impunidad arrasaron con todo.

La enfermedad crónica en Perú y Ecuador se llama ‘rabo de paja’, porque entre los políticos, ciertos empresarios y dirigentes de diversos sectores confabulan negocios y ganancias, calculan porcentajes y tajadas, disfrutan las mordidas y los chanchullos. Sin duda, hay excepciones como en todo, pero cada vez son menos. Por eso, la gente decente no quiere hacer política, porque se enfrenta a un sistema pesado, complejo, enfermizo, carcomido y cooptado por los mafiosos de siempre. Hay personajes que rotan de gobierno en gobierno, porque viven del negocio estatal a costa de los graves problemas no resueltos de los segmentos más pauperizados.

Mientras el dinero que necesita el país para superar la miseria engorda a los corruptos, al otro lado se agudiza la precariedad en tantas provincias y departamentos. Para muestra un botón: no hay agua potable y alcantarillado en los lugares más bellos del Ecuador como son las playas. En pleno siglo XXI, la población de estas localidades espera tanqueros de agua, consume líquido contaminado y en algunos casos, los ríos son lavanderías, cocinas y baños públicos. Eso sin olvidarnos de que tampoco hay centros de salud equipados, escuelas con tecnología de punta y peor, espacios públicos que garanticen seguridad y dignidad. La corrupción es la verdadera pandemia del siglo, violenta e hipoteca el futuro de todos.