Persuasión masiva desde arriba

Las reformas a la Ley de Comunicación, aprobadas por la mayoría correísta, aparte de inconstitucionales y atentatorias a los tratados internacionales sobre Libertad de Expresión, aprobados por el Ecuador, son de mala fe, totalitarismo disimulado, y una regresión al Gobierno de Rafael Correa, que atentó contra la libertad de opinión, persiguió periodistas y creó su propio sistema de comunicación, desde luego con los dineros del pueblo ecuatoriano.

Se establecen en ellas responsabilidad ulterior de las opiniones de los periodistas y participantes en las redes sociales y sobre cualquier opinante, cuando ya existe en nuestras leyes. Sostienen en forma general de “acciones civiles o de cualquier otra índole a las que haya lugar.” Tal vez sanciones penales, garrote vil o persecuciones políticas. La ley “manda, prohíbe o permite” no es un conjunto de vaguedades para abuso de los que tienen el poder.

Se llega al absurdo de que el Estado debe garantizar “el derecho a la verdad de todos los ecuatorianos”. Nadie es dueño de la verdad, aunque en el caso de los periodistas no podrían aunque quisieran representar todos los aspectos de la realidad, pues la información siempre debe resumirse, analizarse los estereotipos e intereses particulares y sociales.

Tales reformas facultan la creación de entidades controladoras oficiales. Razón por la que se la ha calificado de “Ley Mordaza”, pues da ocasión a la censura previa u obligar a callar. “Un pueblo que no opina nada, nada puede decidir” (Agustín Laje), pues la opinión pública (que son todos los medios) es la opinión de la mayoría. Por ello precisa opinar libremente.

Lo que se persigue con estas reformas es que si “vuelven” los depredadores correístas con antecedentes penales además, tendrían un gobierno dueño de la opinión, mediante gastos en propaganda, medios masivos, “Trolls”, y así tener una oscura comunicación de sus manejos económicos, políticos y sociales, sin ser investigados.

Lo que la gente anhela es que le informen con seriedad, investigación y patriotismo. No que le adoctrinen y que gobiernos totalitarios le impongan su voluntad.