Pereza

Matías Dávila

Los ecuatorianos repetimos la historia una y otra vez, y nuestros resultados, como no podía ser de otra manera, son muy parecidos. El levantamiento indígena, por ejemplo, ¿cuántos levantamientos ha habido ya? ¿Ha cambiado la situación de pobreza de las comunidades?

La brutal crisis de representatividad es ya parte del paisaje. Parecería que a nadie le importa. Tanto nuestros asambleístas e incluso el gobierno central, como los líderes indígenas, locales, barriales, etc., no nos representan. Sin embargo, son ellos los que están tomando las decisiones por todos. Los ciudadanos nos hemos conformado con vociferar y escribir groserías en Facebook y Twitter, como si haciéndolo, alguien en la cúpula podría recapacitar y corregir el rumbo… ¡Por favor!

Parecería que la pereza es tan o más dañina que la corrupción. Solo lea debajo de este artículo. No faltará el iluminado que escriba: “ustedes tienen la culpa, prensa corrupta” o que finalmente terminen haciéndome un agravio personal (ya se me va haciendo costumbre). En un país donde el promedio anual de lectura por individuo es de 0.2 libros al año, ¿qué más se puede pedir? Da pereza organizarse. Da pereza pensar en otras alternativas. Da pereza cuando “tres gatos” se juntan con una idea y no hay una forma sencilla de llegar a ser escuchados. En Youtube hay decenas de audiolibros gratis. El promedio de tiempo que uno se toma para ir al trabajo en las grandes ciudades es de 30 minutos… pero da pereza buscar un buen libro. Da pereza pensar en un mejor futuro para nuestros hijos. Da pereza perseverar. Entonces la “vieja confiable” siempre será hacer gala de bravuconería y, cobardemente desde una computadora, insultar al que asome. Y hasta insultar da pereza. Leo lo mismo casi siempre. No hay chispa, creatividad o ingenio para el insulto: es el básico, el torpe. Me imagino que pensarán que luego de leerles me meto al baño a llorar y a reflexionar para enmendar mis convicciones. Pregunto, ¿cuál es tu cuota de responsabilidad?