‘Paula’, siempre vigente

¿Qué hay del otro lado de la vida? Se preguntaba Isabel Allende mientras le escribía una carta a su hija Paula, que yacía en coma, víctima de la extraña enfermedad porfiria. Esa carta se convirtió en el séptimo libro publicado de la autora chilena y el que ahora leo con uno de mis clubes de lectura.

¿Masoquismo? No. Empatía. Una de las tantas lecciones que dejan los libros, que nos permite compenetrar con realidades semejantes o entender otras tan distintas a la nuestra.

Quienes han leído ‘Paula’ han viajado hacia los sentimientos y pensamientos más íntimos de Allende. Es como si la hubiésemos visto desnuda y con el corazón en la mano, sin tapujos, vulnerable, frente a la inminente muerte de su adorada Paula, quien aún no cumplía 30 años.

Dios, el destino, los espíritus, se llevaron a Paula de manera prematura. Allende luchó para mantenerla con vida, con la constancia que solo una madre posee. Cuando la medicina occidental parecía fallar, recurrió a curanderos, fisioterapeutas, especialistas extranjeros… Pero la muerte es inevitable.

Había leído este libro hace 22 años. Lo recordaba como una lectura lacrimógena. Pero ahora, que también soy madre, me ha sacudido por completo. Al terminarlo, las palabras de la Meme, la abuela de Allende retumban en mi cabeza: “No puedes ir con ella, ha bebido la poción de la muerte”.

Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Cuántas madres se han desprendido prematuramente de sus hijos? Escribo estas líneas por ellas. Por Rebeca, Caridad, María Belén, Mónica, Isabel (Chiriboga y Allende) y por tantas otras mujeres que no pudieron evitar el manto frío de la muerte; y que al recibirlo, encontraron la fortaleza para juntar los trozos desperdigados de su alma rota. A ellas les reitero mi respeto y admiración. A ellas que, lejos de darse por vencidas, se entregaron con infinito amor al cálido abrazo de su ángel protector.

@loballesteros