Patria

María Paz Jervis

La semana pasada terminé de leer ‘Patria’ (2016), del escritor español Fernando Aramburu. Desde hace dos meses, cuando un buen amigo me la recomendó, me ensimismé en sus páginas, durante las madrugadas y los días festivos. La literatura es mi desahogo al trajín cotidiano, me refugio en los relatos; esta vez leyendo cómo la violencia se impuso al diálogo y la extorsión a la convivencia democrática.

La novela narra el drama de España de los ochenta ante las acciones armadas de la agrupación terrorista ETA. Desde la mirada en una pequeña población —ficticia— en la comunidad autónoma del País Vasco (Euskadi), donde toda su población se convierte en víctima; quienes se suman a la lucha armada y quienes no lo hacen; los muertos y sus familias; e inclusive los que militan ideológicamente. Las casi 700 páginas no tienen desperdicio; hacen sentir a quien las lee el dolor del pueblo que se defienden de ellos mismos, creyendo que así reivindican su Patria.

He pensado estos días en el significado de la Patria. Además de ser el territorio donde nacemos; el país donde establecemos nuestros lazos afectivos, es donde nos identificamos. Es el lugar al que pertenecemos y que nos pertenece. Es donde soñamos el futuro de nuestros hijos y a los hijos de los hijos.

Y precisamente cuando rondaba este relato en mi mente participé en la primera convención del Comité Empresarial Ecuatoriano, que reúne al sector productivo del país, aglutinando en este encuentro a los gremios empresariales de todos los sectores del Ecuador.

Durante estas jornadas, ratificamos nuestro compromiso con el desarrollo del país, nuestras preocupaciones por las diferencias sociales profundas y por las desventajas estructurales que impiden a la mayoría vivir dignamente en condiciones justas. Ante las cifras de desnutrición infantil, de escaso empleo formal, de contrabando, de violencia de género, ente otros datos alarmantes, sentimos angustia y rabia también.

Pero, por, sobre todo, lo que primó entre los empresarios, empresarias y representantes gremiales que asistimos, fue la voluntad de trabajar en unidad para revertir esas desigualdades.

Pese a las múltiples diferencias, que caracterizan a nuestro sector, lo que nos reúne en torno a grandes objetivos es el amor por esta Patria.  Elegimos el diálogo y la empatía por sobre la confrontación y la violencia. Solo así se puede forjar el futuro.