Pasaron 27 años

PACO MONCAYO

Hace 27 años, un día como hoy, inició el conflicto armado escenificado en las cabeceras del río Cenepa. Una victoria para muchos sorprendente, abrió el camino para lograr la paz definitiva de la que gozan ahora los pueblos ecuatoriano y peruano.

Era el año de 1995. El Ecuador había disfrutado de una de las etapas de mayor estabilidad democrática de su historia. Luego de una entrega ordenada y sin traumas del poder, por el gobierno de las Fuerzas Armadas, a las autoridades elegidas por el voto popular, desempeñaron la presidencia de la República cinco presidentes que, desde sus particulares posiciones ideológicas, sostuvieron los fundamentos esenciales del sistema democrático.

En el campo de la seguridad interna, en los años ochenta, la incipiente insurgencia ecuatoriana se agudizó durante el gobierno del ingeniero León Febres Cordero, cuando el movimiento ‘Alfaro Vive Carajo’ pasó a constituirse en una amenaza para la democracia. El cruento proceso fue controlado por la Policía Nacional y culminó en el gobierno de Rodrigo Borja Cevallos, con la firma de un acuerdo que puso fin a las actividades del movimiento subversivo. Ecuador era reconocido en el mundo como una ‘isla de paz’.

No sucedía lo mismo con los vecinos países de Colombia y Perú. El primero se encontraba azotado por una feroz guerra interna que, durante los gobiernos de los presidentes César Gaviria y Ernesto Samper, cobró decenas de miles de vidas y multimillonarias pérdidas por destrucción de infraestructuras críticas del Estado.  En Perú, la situación era tanto o más peligrosa por el azote de los brutales ataques de Sendero Luminoso, movimiento marxista- leninista- maoísta – indigenista que provocó entre 1980 y 2000 la muerte de alrededor de 70 mil  personas.

En esas circunstancias enfrentó el Ecuador el conflicto armado. Con el liderazgo del presidente Sixto Durán Ballén, apoyado en un Consejo de Seguridad Nacional conformado por verdaderos estadistas; con el respaldo entusiasta de un pueblo enfervorecido por la justicia de su causa; con unas Fuerzas Armadas profesionales; y, una prensa transparente, los ecuatorianos escribieron con valor y sacrificio las páginas más hermosas en la historia territorial ecuatoriana.