‘Parce sepulto’

carlos-freile-columnista-diario-la-hora

Carlos Freile

Virgilio, en su Eneida (III, 41), da este consejo: “Respeta al difunto” (‘Parce sepulto’). Estas palabras vienen a la memoria con motivo de ciertas reacciones ante el fallecimiento trágico de un personaje de mucha influencia en la vida nacional, sobre todo en el campo educativo. Toda persona al morir deja recuerdos de errores y aciertos, triunfos y fracasos; frente a ella los demás debemos mantener un respeto básico. Este respeto no significa aprobar la totalidad de sus acciones, condescender con sus equivocaciones o aceptar sus opiniones. Al hacer un balance de una vida, superficial o profundo, debe imperar la ecuanimidad, sin por ello renunciar a las propias convicciones. Se alcanza extremos de miseria espiritual lanzando burlas por la forma en que a alguien le llegó el último suspiro, porque se pretende considerar que no ha sido acorde con la forma de vida o las palabras del difunto.

Cuentan que cuando Carlos V, emperador de Alemania, conquistó en una guerra la ciudad en la que estaba enterrado Lutero, al cual había combatido en vida, uno de sus capitanes le sugirió desenterrar el cadáver. Carlos le respondió: “Ha encontrado su juez. Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos”. Más allá de la convicción católica del premio o castigo después de la muerte, los hombres de bien reconocen la imposibilidad de defensa por parte del difunto, por eso se puede analizar la obra de personas con influencia, pero constituye una bajeza sin nombre insultarlas y burlarse de manera chabacana y procaz.

No podemos saber cuánto de envidia, de revanchismo o de resentimiento se agazapa detrás de ciertos comentarios, ni queremos entrar en el asunto. Que cada cual tome el caldo que prepara; no es nuestro papel condenar a nadie, pero sí llamar a la reflexión para elevar el nivel de las relaciones interpersonales, tan deteriorado en este triste país.

Si el irrespeto prima entre los vivos, empeñémonos en que por lo menos los muertos no sean tratados de vil manera, puede ser el primer paso para curarnos de nuestro aniquilador canibalismo permanente.