Paco Moncayo Gallegos
Paul Kennedy en su libro ‘Auge y Caída de las grandes potencias’, al referirse a la situación de los Estados Unidos, destacaba a finales del siglo anterior su trascendencia en la política mundial: “Porque tienen tanto poder para el bien como para el mal, porque son el eje de la alianza occidental y el centro de la actual economía mundial, lo que hacen o dejan de hacer, es mucho más importante que lo que decida hacer cualquiera de las otras potencias” (p.831).
Estas afirmaciones cobran gran actualidad luego del triunfo avasallador de Donald Trump, en las elecciones presidenciales norteamericanas. Este singular y controversial personaje, que ha logrado controlar férreamente las instancias de decisión del partido Republicano, ha retornado a la Casa Blanca, a pesar de enfrentar una serie de obstáculos que parecían insuperables: fue imputado en tres procesos penales por su intento por interferir en el proceso electoral de 2020, el manejo indebido de documentos clasificados y el desvío de fondos de su campaña presidencial para intentar acallar una relación extramarital; afronta, además, 78 cargos en cortes de Florida, Nueva York y Washington por evasión tributaria y fraude financiero.
Al margen de su discurso vulgar y confrontativo, su conducción del Estado entre 2017 y 2021, permite comprender lo que puede venir luego. En su estrategia de seguridad, Trump definió entonces sus prioridades: proteger el territorio y las fronteras, fortalecer sus fuerzas armadas, proyectar fuerza en el exterior y aplicar políticas comerciales más favorables para EE. UU. Ganar la competencia por el poder a escala global y “hacer de América grande de nuevo”.
En política interna seguramente no habrá sorpresas; mantendrá su agenda conservadora sobre impuestos, reducirá el protagonismo del gobierno federal en temas de derechos civiles, fortalecerá a la Función ejecutiva e impulsará su “mayor programa de deportación masiva de la historia”.
Para sus opositores, la victoria de Trump presagia un futuro sombrío para la democracia estadounidense y un debilitamiento del Estado de derecho. Kamala Harris pronosticó que un segundo mandato de Trump sería “desquiciado, inestable y descontrolado”. El futuro confirmará, o no, estas predicciones.