Paco Moncayo Gallegos
Por ser un auténtico ‘Vicario de Cristo’, por haber desempeñado con fidelidad su representación y autoridad, por no haberte desviado de lo esencial de su mensaje y legado, por haber colmado con tu palabra y ejemplo de humildad, amor, caridad y esperanza, los corazones de los verdaderos cristianos, en este mundo conflictivo, incierto e inestable, con sus instituciones multilaterales debilitadas, los derechos humanos y el derecho humanitario pisoteados; las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional estigmatizadas.
Como legítimo sucesor de Pedro, y representante de Jesucristo en la Tierra, asumiste con prioridad temas como el de la injusticia y la pobreza; destacaste la urgencia de enfrentar una amenaza que pesa sobre la humanidad, especialmente sobre los más pobres, como es el cambio climático; combatiste los abusos de poder y la corrupción en tu propia Iglesia; elevaste tu voz frente a las atroces violaciones de los derechos de las víctimas inocentes en la Franja de Gaza, Ucrania, Sudán y otros lugares atormentados de este mundo; promoviste el diálogo con la Iglesia ortodoxa rusa y otras religiones; fuiste, en fin, un faro de luz en las oscuras horas que abruman a la civilización humana.
En tu palabra hemos escuchado el mensaje imperecedero de Cristo: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos». (Mateo 7:12). “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36). “Hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y ¿qué pide de ti?: ser justo, misericordioso, amar y humillarte solo ante tu Dios”. (Miqueas 6:8-9). “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y primer Mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22, 37‑40). “Les aseguro que todo lo que hagan por uno de mis hermanos más pequeños, a mí en persona me lo hacen; y siempre que dejen de hacer algún bien a estas personas a mí mismo me lo dejan de hacer» (Mt 25, 40‑45).
Al margen de influencias políticas o geopolíticas del Vaticano. Lo auténtico de ti Papa Francisco ha sido tu lealtad al mensaje de nuestro señor Jesucristo. Gracias