El verdadero debate

Pablo Escandón Montenegro

El domingo será el debate presidencial de primera vuelta, organizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que es obligatorio para todos los candidatos y candidatas que participan en estas elecciones. El pasado domingo fue el de las vicepresidenciables y del vicepresidenciable en una universidad del Guayas; este, opcional y organizado por la sociedad civil.

Los debates son espacios en los cuales los candidatos se muestran en una vitrina para que los votantes “tengamos el criterio”, para que “razonemos” lo que tal o cual dijo, si tal o cual estuvo mejor pero, a fin de cuentas, un debate es para que desarrollen un guión frente a la masa de votantes que quieren conquistar, pues los de su voto duro o quienes los siguen ciegamente, no necesitan más razones para apoyarlos.

En cuanto a la organización y estructuración del debate, es bueno reconocer que se han ido realizando cambios sobre la marcha, pues en cada elección se ha aprendido y han existido fallos que ayudan a seguir ajustando el formato y la dinámica, aunque ningún debate será efectivo con tanta participación “democrática” de candidatos.

El número de 16 es bueno para un picado de indoor fútbol o bien para jugar 40, en donde el mejor debate es en la cancha o en la mesa, donde la boca juega pero los goles mandan, así como las caídas y los puntos con las cartas.

Es necesario que se reforme lo pertinente a la participación desmesurada de candidatos que aun sabiendo que no obtendrán ni un 1% hacen el juego a los poderes políticos más aberrantes y oscuros bajo una falsa participación democrática, que lo que más hace es minar las bases de lo que es un proceso democrático y participativo.

El debate real no está en el formato ni en las preguntas, sino en cómo los ciudadanos creemos en los guiones de cada uno de los candidatos y buscamos respuestas en “salvadores” o “heroínas” fungibles. El verdadero debate no lo hacen ellos, lo hacemos los ciudadanos.