Olas de adversidad

En varias ciudades europeas, decenas de miles de personas, al grito de “resistencia”, “corona-fake”, “libertad”, “abajo la coronadictadura”, han salido a calles y plazas en manifestaciones de protesta, algunas violentas, por la vacunación obligatoria y el confinamiento impuesto a fin de contrarrestar la epidemia que azota al mundo.

Estos procederes responden a posiciones difíciles de entender, protagonizadas por activistas inconsecuentes y de fanatismo extremo. No se puede negar lo que acontece y va dejando incontables fallecidos, contagiados, situaciones globalmente dramáticas.

Se ha reconocido que Europa está atravesando una cuarta ola de coronavirus, incluso en Francia oficialmente se ha declarado oficialmente que existe una quinta ola “que ha comenzado como un  rayo”, debido a  la reiterada incidencia de este mal, por ello se intensifica la concienciación sobre la utilidad de las vacunas y la obligación de usar mascarillas en lugares públicos,  sin faltar aislamientos poblacionales.

El Viejo Continente se ha convertido en el epicentro de la pandemia, según declaraciones del máximo representante de la Organización Mundial de la Salud, Hans Kluge, quien, además, ha dicho que lo que está sucediendo en ámbito europeo “es un disparo de advertencia para el planeta”, previniendo, a la vez, que dicha región, azotada especialmente por la mortífera variante delta,  podría registrar medio millón de muertos más en los próximos tres meses.

Todas estas referencias deben servir para que no se baje la guardia en nuestro país, en lo que respecta a la covid-19, sobre todo si se toma en cuenta que los  días venideros serán de enormes concentraciones ciudadanas, por las fiestas de Quito, compras de Navidad y Año Nuevo. La pandemia todavía no ha terminado; el riesgo de contagio es  realidad circundante.