OK

Pablo Granja

Esta expresión, que se pronuncia “Okey”, es posiblemente la más utilizada en todo el planeta. Desde los Himalayas hasta Otavalo, en la Polinesia o Bangladesh, el término expresa que “todo está bien” o que “estamos de acuerdo” en algo, no importa que no se complemente con ninguna otra palabra del idioma nativo.

La versión más aceptada respecto de su origen data de la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861 – 1865), en la que se utilizaba para comunicar las bajas sufridas en los combates, escritos en carteles implantados en los campamentos. Por ejemplo:

Killed (muertos): 50

Injured (heridos): 80

Pero cuando no había víctimas fatales, el resultado se escribía así:

Killed: 0K (“CERO MUERTOS”).

En nuestro país, más del 90% de la población quisiera darle un ‘okey’ a la Asamblea Nacional, pero ¡¡es imposible!! Casi todas las apariciones de sus integrantes sirven para evidenciar su existencia fatua, y la inocultable vocación golpista de algunos. Ningún esfuerzo para fortalecer a las instituciones encargadas de preservar el orden y la paz. ¡¡Ninguna solidaridad con las víctimas de uniforme que caen en el cumplimiento de su deber, ni con sus familias!! Pero hacen todo lo posible para que reine la impunidad, protegiendo a los cabecillas de los paros otorgándoles amnistías y reconocimientos. ¿Qué mensaje están enviando a los delincuentes de poncho y de corbata, a los asaltantes de las esquinas y de los de escritorio?

También quisiéramos darle un “okey” al sistema judicial, pero ¡¡tampoco hay cómo!!! Cada delincuente apresado exhibe su respectiva colección de detenciones pasadas, por lo que no nos explicamos cómo pueden andar libres. ¿Son los jueces víctimas del terror y las amenazas, o son cómplices de la delincuencia? Así, ¿cómo se puede articular una lucha efectiva contra el crimen organizado, que trabaja a todos los niveles para contaminar las instituciones? Lo demuestra la reciente convocatoria de reclutamiento realizada por la Policía Nacional, que recibió, entre muchas más, 15.000 solicitudes de ingreso de individuos con antecedentes penales. Los controles al interior tendrán que esmerarse para identificar a quiénes lograron filtrarse, pero el intento es clarísimo. Ya sea por acción o por omisión, el sistema judicial está en deuda. Lo demuestra también el caso reciente del exfuncionario de Petroecuador, cuyo proceso en los Estados Unidos se inició hace cinco meses y la Fiscalía ya tiene resultados, mientras en nuestro país este mismo proceso lleva cinco años sin ningún avance conocido.

También quisiéramos dar un rotundo “okey” a las elecciones seccionales próximas, pero ¡¡tampoco hay cómo!! Lo que debería ser una fiesta de renovación y de esperanza es fuente de temor y desconsuelo, al constatar que en las papeletas constarán personas que portan grillete, o tienen glosas millonarias, o que destruyeron instituciones del Estado. Afortunadamente, sí hay candidatos que pueden exhibir una trayectoria de lucha, honestidad y compromiso; y que están dispuestos a devolver la fe a la ciudadanía, que está harta de tanta corrupción, engaño y cinismo.

Cómo no quisiéramos que todas las instituciones del Estado se unieran para enfrentar la creciente ola de violencia juntas, planificando la defensa de la sociedad y la eliminación del crimen organizado; para que algún día abramos los periódicos y escuchemos en las radios y veamos en los noticieros que  el país amaneció “OK”; o sea, ¡¡cero muertos!!