Nos amenazan varios y graves temporales

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

De estirpe burocrática es nuestro Estado, desde la fundación de la república. Además de promover la intervención gubernamental radical en las finanzas, la economía, la seguridad, la salud y la educación, el nuestro ha sido, entre otras cosas, el mayor empleador, obligado benefactor social, mesías sempiterno y principal inversor dadivoso e irresponsable en obras gigantescas, algunas de ellas escandalosamente inútiles.

Albert Jay Nock (1870-1945) observó que “la simple verdad es que nuestros empresarios no quieren un gobierno que deje solas a las empresas. Quieren un gobierno que puedan usar”. A esa curiosa relación entre el gobierno y el Estado, se añade al nuestro, al que algunos, en verdad con acierto, llaman “obeso”, cansados de los excesos y el intervencionismo, con su imbatible estructura burocrática a la cabeza.

Sin embargo, el debilitamiento del Estado es peligroso en estos tiempos pandémicos y de frenazo económico. Sacudirlo con la fuerza que piden algunos, supondría un desastre inimaginable. ¿Qué se haría con un repentino aluvión de desempleados que se añadirían a los ya existentes? Con la sacudida, desembocaríamos en un peligroso derrumbe de la autoridad y el control del Estado. Es hoy una decisión tan trascendente como difícil, pero inaplazable.

La valentía es esencial para impulsar los cambios que garanticen la supervivencia de un nuevo Estado conveniente a nuestros tiempos, aunque sea con decisiones impopulares. Esa reforma es, por añadidura, un elemento fundamental para preservar la equidad. En la antigua Roma, uno de sus notables pensadores escribió: “Cualquiera puede sostener el timón cuando el mar está en calma”. Y en este momento nos amenazan varios y graves temporales.

A veces se pasan por alto, por conveniencia, los frenos y contrapesos que la Constitución establece. En este marco sólo es posible transformar el nuestro en un Estado eficaz, competente y no burocrático, mediante un proceso planeado, sistemático, gradual y a largo plazo. En esta caja de herramientas hay una cualidad de especial relevancia: la valentía política, el coraje para asumir esa responsabilidad, y estar consciente de que quizás no habrá marcha atrás.

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