No pasó nada

Que la memoria de corto plazo y el cinismo no pretendan cerrar este doloroso capítulo de junio. No se puede olvidar tan rápido sin asumir responsabilidades y, peor aún, justificar la violencia, los actos delincuenciales y el intento de golpe de Estado, porque hay una mesa de mediación instalada o se diluyó la destitución del presidente. Esto no desestima el diálogo ni la búsqueda de acuerdos sostenidos en el tiempo, pero sí quiere decir que ninguna reivindicación puede pasar sin la aplicación de la justicia. En primer lugar, la justicia social que merecen los segmentos de la población que han sido postergados y, en segundo lugar, la justicia que debe sancionar la delincuencia común y el crimen organizado que sembró terror durante 18 días.

Entonces, no podemos decir que aquí no ha pasado nada y que mañana lo ocurrido pasa a la anécdota. Las ciudades de Puyo, Cayambe, Ambato, Quito y otros lugares como Calacalí quedaron con la herida abierta, debido a la exacerbación del delito común, la extorsión y el miedo. No queremos pensar que la legítima protesta de los grupos sociales, los pueblos y las nacionalidades indígenas toleran mínimamente el ataque sistemático de grupos infiltrados y delictivos en contra de personas indefensas, quienes además provocaron la destrucción de la propiedad privada y el espacio público.

Parece de la peor pesadilla que una manifestación de descontento popular haya generado corredores humanitarios, salvoconductos, banderas blancas para la circulación de ambulancias y bomberos, secuestros, emboscadas y casas de acogida como si estuviésemos en guerra o que en la Asamblea haya habido hackeo en la votación. Esto no puede volver a suceder por la sencilla razón de que estamos frente al peor peligro: una confrontación entre nosotros sin consecuencias previsibles. Deseamos que la mesa de mediación tenga los mejores resultados y que no se quede en la anécdota o en el cinismo. Estamos en una etapa que merece una reconciliación efectiva con hechos, compromisos, recursos y responsables, pues lo demás no existe ni para cuento de hadas.