No es por racismo, sino por sinvergüenza

Yunda puede ser un comediante de programas de radio y empresario de cierto éxito (hasta eso se le cuestiona ahora), pero no es el líder que Quito necesita.

Aunque Jorge Yunda defenderá con uñas y dientes su alcaldía y puede recurrir a instancias nacionales e internacionales e inventar similitudes con la remoción de marzo de 2014 del ex burgomaestre de Bogotá, Gustavo Petro (que lidera las encuestas para las presidenciales de 2022 y, se dice, es cómplice de la violencia en ese país), no son esas las razones por las que debe dejar el cargo.

Yunda dice que lo removieron por “rulimán” (como se califica a personas de extracción humilde) y por ser de clase popular, porque no le dejaron gobernar y le impidieron hacer lo que ofreció. Pero la verdad no es esa: su consorcio de medios de comunicación solo era comparable con el del Estado en tiempos de Correa, por su actuación como superintendente de telecomunicaciones en 2009, cuando consolidó, mediante testaferros, su holding de estaciones televisivas y radiales.

Su campaña electoral, en la que se valió de esos medios (caracterizados por música chusca y chistes agrios), sus partidos de ecuavóley y su actuación como bajista del grupo Zahiro, posibilitaron que dos de cada diez electores lo aceptaran. ¡Cómo debe dolerles a esos cinco candidatos que, en vez de unirse, lanzaron sus personalísimas candidaturas a la alcaldía (para sus hojas de vida)…!

Además, dice que le deben ganar elecciones. Hay que recordar que Yunda se esfumó de la ciudad en las violentas protestas indígenas de octubre de 2019, ocultó el negociado de las pruebas “chimbas” PCR (dando el contrato a la empresa del amigo, cuando en el resultado original había otro ganador) y que no sabía nada de los asuntos de su hijo Sebas, “el reguetonero”, que hacía y deshacía en reuniones y chats con funcionarios de confianza del alcalde. Extraño que ahora no sepa dónde está…

Los contratos a dedo con sus amigos del ecuavóley (Geinco), insistiendo en que uno de ellos maneje el agua potable (donde hubo anómalos desvíos de fondos a Hong Kong). No haber arrancado el metro (la obra más cara de la historia de la ciudad) a pretexto de no definir la modalidad de operación (se demoró dos años). Yunda puede ser un comediante de programas de radio y empresario de cierto éxito (hasta eso se le cuestiona ahora), pero no es el líder que Quito necesita.

La ciudad perdió su brillo, las calles están llenas de basura, se pavimenta lo que se puede, redondeles con propaganda, costosas campañas del bicentenario de la batalla del Pichincha y para decir que “ya mismito” arranca el metro. No, doctor Yunda. No fue por racismo, sino por sinvergüenza, que usted debe dejar la alcaldía.