Nixon y Mao

Ayer los presidentes de EE.UU., Joe Biden, y China, Xi Jinping, tuvieron un largo diálogo por videollamada. Esto ocurre en medio de una guerra que nos trae de vuelta a la narrativa de la Guerra Fría, solo que esta vez la guerra es todo menos fría. La execrable invasión rusa a Ucrania deja detrás muerte y miseria.

Es paradójico que este diálogo suceda justo 50 años después del primer acercamiento entre EE.UU. y la República Popular China. A finales de febrero de 1972, Richard Nixon aterrizó en Beijing y fue recibido cálidamente por el primer ministro chino, Zhou Enlai. Inmediatamente fue llevado a su única reunión con el icónico líder chino, Mao Zedong. Se dice que, al saludarle, las primeras palabras de Mao fueron “nuestro viejo amigo, el generalísimo Chiang Kai-shek, no aprueba esto”. Se refería al líder de Taiwán, quien había declarado a la isla como un país independiente luego de haber perdido la guerra civil en China. Desde 1949 Mao gobernaría con una versión de comunismo que incluyó una revolución cultural que persiguió y asesinó a decenas de miles de profesores e intelectuales acusados de conspiración. En tiempos de Mao millones de personas fueron “purgadas” bajo esa acusación.

Mao rebautizó al país como República Popular China. Chiang Kai-shek, por su parte, nominó a Taiwán la República de China, el nombre oficial de este país hasta hoy. Chiang Kai-shek había sido presidente del Gobierno Nacionalista de China en dos periodos entre 1928 y 1948. En ese lapso se dio la larga y cruenta guerra civil que terminaría con su exilio en Taiwán. Desde allí Chiang se proponía recuperar China continental. EE.UU. y las recientemente creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconocieron a Taiwán como la China oficial. Con ello, desde que Mao asumiera el poder, las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y la China de Mao serían inexistentes.

Por ello, pese a la ironía, Mao tenía razón. La reunión representó el cierre de las relaciones de EEUU y muchos otros países con Taiwán y el desconocimiento por parte de la ONU. China considera a Taiwán como una provincia rebelde y amenaza con atacarla, como Putin con Ucrania.

Por eso, también el diálogo de ayer entre Biden y Xi, justo 50 años después, tendría una trascendencia igualmente decisiva. Si China apoyara militar o económicamente a Rusia, sería funesto para la paz mundial. Y sería seguramente desastroso para Taiwán. El diálogo fue largo y Xi fue ambiguo…

El tiempo pasa, pero la mentalidad humana quizá sigue en el paleolítico.