Nicaragua

El Covid y la política local acaparan nuestra atención. Pero no por ello debemos dejar de ver alrededor. Nicaragua vive días aciagos. La dictadura constitucional (contradictorio pero cierto) de Ortega y su dizque revolución sandinista apresó a cuatro posibles candidatos a la presidencia para las elecciones de noviembre. Los opositores Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Sebastián Chamorro fueron detenidos los últimos días, acusados de delitos como conspiración, terrorismo, lavado de dinero, o “incitar a la injerencia extranjera”.

Y claro, la primera dama y vicepresidenta del país, Rosario Murillo, hizo proclamas en medios de comunicación y redes sociales, calificando a los detenidos de ladrones, terroristas y criminales. “Se creen eternamente impunes, la justicia llega… en esta Nicaragua que venía prosperando y en reconciliación y en un modelo hermoso y ejemplar de alianzas”, dijo. Parecería que se refiere al gobierno de su esposo y la familia. Pero sus declaraciones son incuestionables, tanto más hoy. En octubre pasado se aprobó la “Ley Mordaza”, que prevé cárcel para quienes publiquen en medios públicos o redes sociales noticias que el gobierno considere falsas. Esto es parte de un guion que lastimosamente conocemos los ecuatorianos, en días de la dizque revolución ciudadana, cuando hubo idéntico manejo, por esbirros bulliciosos y bravucones cuya valentía tuvo fecha de caducidad.

En Nicaragua, el emporio mediático del país es manejado por los herederos de la pareja presidencial. Los ocho hijos Ortega Murillo tienen rango de asesores presidenciales y manejan los negocios estatales cual sus propias empresas. Y son parte de la nueva y acaudalada casta empresarial del país. Nicaragua viene a ser en América Latina, quizá lo más parecido a Cora del Norte y el régimen de la casta de los Kim.

En estas latitudes, hasta hace pocas décadas las dictaduras mandaban a matar a sus opositores. Hoy la muerte es simbólica: anulan a sus contradictores matándolos de hambre y con sentencias a la carta, con la ayuda de jueces leales y serviles. Manipulan el sistema para disfrazar de democracia el totalitarismo. Si faltara Ortega, que tiene 75 años, la línea de sucesión “constitucional” favorecería a su esposa que, según varias fuentes, es quien maneja todo y a todos.

Una verdadera condena para Nicaragua. Uno de sus hijos más trascendentes, el virtuoso Rubén Darío, hace poco más de un siglo parece que predecía: “Las ambiciones pérfidas no tienen diques / soñadas libertades yacen deshechas”. Tan acertadas y actuales sus palabras.