Nicaragua y Venezuela: farsa electoral

Juegan con la cancha inclinada. El objetivo de regímenes afines al socialismo del siglo XXI es ganar sin rivales, generar la idea de partido único, de caudillo insustituible e imprescindible, eliminar adversarios, acusar a la prensa y cerrar medios que no comulgan con su pensamiento. Ortega y Maduro demuestran que es posible atornillarse al poder, aunque los pueblos reclamen y se mueran de hambre.

Dictaduras arropadas por una seudo democracia (consejos electorales cooptados, resultados amañados y urnas permeables) que “legitiman” sus triunfos en nombre de una democracia que irrespetan y que no existe. Miles de muertos en las calles y cientos de disidentes en las cárceles y en el exilio. Venezuela y Nicaragua demuestran que, después de todo, “siempre se puede estar peor”.

Para Ortega la única manera de ganar elecciones es arrestando opositores, acusándolos de cualquier cosa (terrorismo, sabotaje y el manido discurso del lavado de activos). La prensa opositora actúa en clandestinidad y anonimato. Caso contrario, van presos. Si alguien conoce bien al “último dinosaurio centroamericano” es su exvicepresidente, el escritor Sergio Ramírez, exiliado en España, tras ordenarse su detención.

Como si compitieran, Nicolás Maduro no se queda atrás. La probable condena de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad hace que al “Stalin del Caribe” no le quede otra, y de mala gana, que aceptar la visita de una misión internacional de este alto tribunal, para conocer de primera mano las acciones de represión que el caudillo venezolano ordenó durante las protestas de 2018 y 2019.

Las elecciones nicaragüenses se realizaron sin observadores internacionales y con alta abstención, para consumar el cuarto mandato de Ortega y su “copresidenta”, la hechicera Rosario Murillo. Ni las sanciones de Europa y EE. UU. hacen mella en la alucinada pareja presidencial, que aún lucha contra el imperio, como si el muro de Berlín no hubiera caído. Ojo, combatieron contra Somoza y hoy son un “somozato”.

Maduro tiene las de ganar en las elecciones de diciembre, porque la oposición no se consolida y las fricciones son evidentes entre Corina Machado, Leopoldo López y Juan Guaidó. El autócrata dirá que “fueron las elecciones más limpias jamás realizadas”, pero seguirá el éxodo masivo de personas, escasez de servicios de salud, búsqueda de comida en basureros y el necio apoyo de rusos, chinos, turcos e iraníes a estas dictaduras con ropaje democrático. Pobres Nicaragua y Venezuela…