Ni glosados ni grilleteados

Sara Serrano Albuja

Aunque muchos electores no sepan todavía por quién votar, sí saben por quién nunca votarían. El sentido común nos dice  que dar un voto a glosados o grilleteados es como tirarlo al caño y ser cómplices de su impunidad. Los glosados y grilleteados han sido corresponsables del atraco a los sagrados fondos públicos y del entreguismo institucional a corruptos y a la delincuencia organizada. La degradación del territorio y del patrimonio cultural y natural de Quito es más que baches por corregir, hay heridas profundas que han lesionado su economía, autoestima y calidad de vida. El empleo digno y sostenible con respeto a la identidad de Quito, luz de América, no está en las agendas electoreras.

El alma de Quito, su historia política y artística, su paisaje urbano, su naturaleza amenazada en el noroccidente  y los valles, su gente, su legado espiritual y cultural no constan, definitivamente, en las prioridades de quienes ya la pisotearon. Razón tiene el catedrático Óscar Terán cuando en su artículo ‘Quito en la orfandad’ describe de manera sentida y lúcida a nuestra ciudad: “Quito está en orfandad cívica. Sus élites, clases dirigentes, partidos políticos dejaron de existir; si es que aún existen, no están cumpliendo su deber”. Como contraste esperanzador, este autor habla de las voces que dan luz a esa oscuridad. Simón Espinosa,  quiteño honoris causa de magno corazón anticorrupción, en su artículo, ‘El sexo de los ángeles’, alerta a los que se enredan en discusiones bizantinas en lugar de enfrentar las amenazas destructoras. ¿Enfrentarán los candidatos la oscuridad que ataca a Quito? Quito, tiene graves problemas y amenazas que resolver como el desempleo más alto del país y los más altos impuestos con escuálidas tasas de retorno, así como la degradación ecológica en sus parques y laderas o en el noroccidente amenazado por la contaminación extractivista. La venta del Hotel Quito, denunciada por la Comisión Anticorrupción ante la Fiscalía, requiere transparencia. Quito debe sanar su maravilloso Centro Histórico. La ciudadanía de Quito es esperanza, a pesar de la nefasta ley que permitió a glosados y grilleteados candidatizarse.

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