Nadie se hace cargo

En este país parece que no pasa nada ni que tampoco ha sucedido nada para quienes son responsables del estado al que hemos llegado, es decir, la descomposición social progresiva a la que asistimos diariamente. Metafóricamente hablando, una asambleísta decía que si se roba hay que robar bien; explotaron las cárceles, ahora la corrupción y la impunidad están naturalizadas. Según una encuesta de Perfiles de Opinión, el sistema de justicia y los partidos políticos son las instituciones peor calificadas. En otras palabras, casi nadie cree en la justicia y mucho menos en quienes hacen activamente política y gobiernan, que es más grave todavía. Entonces, hay preguntas claves por responder: ¿cómo camina el país en esta situación?, ¿de qué material estamos hechos para aguantar tanto garrotazo junto?, ¿por qué no hemos desaparecido como Estado?

Cuando se habla de que los partidos no gozan de la suficiente legitimidad y que tampoco sus dirigentes nos representan, habría que precisar algunas cosas: los partidos son una muestra de la sociedad organizada, entonces, no son nada distinto a la sociedad que tenemos. Después, los políticos son electos, debido a la falta de exigencia de la ciudadanía para que mejoren sus cuadros. Ante la falta de los mejores, se eligen los menos malos. Tampoco habría que olvidar que el sistema de partidos que ahora tenemos es el resultado de todo lo malo que hicieron los anteriores. Por tanto, no es circunstancial lo que vivimos. Hay una corresponsabilidad entre los políticos y los ciudadanos.

En cuanto a la corrupción y la impunidad que nos tiene paralizados desde siempre, cabe evidenciar que la viveza criolla ha sido elevada a la ley del más vivo y del que asciende en ascensor, mientras que el honesto es catalogado como bobo, sin agallas y quien nunca recibe un reconocimiento por su trabajo. Entonces, mientras la idea del ascenso económico, social y político rápido sea el propósito para un sistema que acumula goces efímeros y maquillajes de imagen, no cambiará nada. Lo de fondo, estará bien al fondo. Al otro lado, millones de personas madrugan todos los días y se rompen el lomo más allá de lo que sucede en la política, las cárceles y la justicia.